Chequeo a la venta ambulante en Ourense: «O de aquí xa non é feira, isto é un mercadillo»
O CARBALLIÑO























Mientras O Carballiño se mantiene y Barbadás recupera la cita mensual, los comerciantes aseguran que el negocio se resiente en la capital ourensana
20 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Mes a mes, la celebración de las ferias sigue llamando a la gente en la provincia de Ourense, donde se registran más de noventa citas comerciales periódicas repartidas por toda su geografía. La idiosincrasia de Galicia siempre ha estado ligada a este tipo de eventos que se consolidaron en la época medieval como puntos de tránsito para el desarrollo mercantil y con gran efervescencia social. La feria es una expresión viva de la identidad gallega rural entre lo artesanal, lo gastronómico y lo ganadero. «Una institución, una necesidad y un hábito» para el pueblo», como dice Santos Solla en El rostro y el discurso de la fiesta. Su perdurabilidad en el tiempo lleva inevitablemente a la pregunta: ¿qué pasaría si dejaran de existir las ferias?
Las ferias son, por naturaleza, eventos extraordinariamente temporales. Suelen celebrarse una vez al mes o cada quince días, mientras que en algunos lugares, como Allariz, han adoptado un formato semanal con el objetivo de atraer más público. En ellas abundan los puestos de ropa, complementos, alimentos y mesas servidas con el tradicional pulpo á feira, vino del país y pan de Cea; tampoco falta la carne ao caldeiro, café de postre y un poco de licor. Aunque se organizan a lo largo de todo el año, el corazón estival es el momento ideal para su celebración por el buen clima y la afluencia de visitantes de fuera.
En un principio, estas reuniones surgieron para promover la actividad productiva. Eran, a su vez, fiestas de exaltación de la riqueza cultural. Con el paso del tiempo, cayeron en declive como una extensión del modelo de negocio en su época, pero no desaparecieron. Hoy en día aún existen para los intercambios comerciales y conservan su orientación lúdica, a pesar de que la paulatina extinción de ciertos oficios tradicionales llevó a su reinvención en la actualidad.
Xosé, Pepín, Prada, promotor cultural del acontecer de O Carballiño, recuerda las citas feriales de los días 16 y 31 como un evento genuino en sus inicios. «La feria se extendía por toda la villa y las transacciones duraban desde las primeras horas del día hasta la noche. Había mucha mercancía artesanal, pero, como todo, ha cambiado. Los artículos manufacturados por los particulares dieron paso a la producción en serie de las grandes industrias hasta llegar a su estado actual», relata. Y sus palabras resuenan con una frase que repiten otros vecinos de la comarca: «O de aquí xa non é feira, é un mercadillo».
Algunos echan de menos la feria del ganado y tanto grandes como pequeños quieren de vuelta al churrero. Los extranjeros que llegan de vacaciones afirman que los puestos del mercado «están bien», pero destacan el pulpo como el mayor atractivo de la feria.
La esencia de O Carballiño
Desde Suiza, Sonia Cabo y Davide Gloor visitan O Carballiño todos los años en verano para estar con la familia y «disfrutar de un buen pulpo y de un blanco» sentados en una terraza de la Pista Roja. En ese mismo punto está ubicada la concejala Silvia Baranda, también pulpeira, sirviendo raciones: «Mis antepasados comenzaron hace cincuenta años y les tomé el relevo. Somos más pulpeiras que en aquella época: antes había cinco o seis, pero ahora sumamos casi cuarenta». Según Baranda, en estos meses aterriza mucha gente de fuera para comer el pulpo. Dado el protagonismo del cefalópodo en las fiestas de Galicia, no es de extrañar que la tradicional preparación del pulpo gallego se denomine «á feira»: ¿qué sería de las ferias sin las pulpeiras?
Barbadás recupera su feria
José Ramón Domínguez también es pulpeiro de profesión. Lleva veinticuatro años asistiendo todos los días 2 del año a A Valenzá, incluso cuando dicha feria se extinguió.
Hace cuatro meses, el Concello de Barbadás decidió recuperar la celebración con la instalación de los puestos de mercado y la reubicación de la carpa del pulpo en el paseo dos Amieiros. Domínguez afirma que, pese a llevar poco tiempo, «la gente llama gente» y la feria ha estado creciendo desde su reactivación. La concejala de Comercio, Marga Pérez, asegura que los vecinos le ven futuro al ser un punto de encuentro para la comunidad.
Por el lado de los comerciantes, Pablo Gómez sostiene que los vendedores ambulantes «le dan vida al pueblo» y añade que se alegra de que Barbadás haya dado el paso de recuperar esta tradición.
La vida de la feria en Ourense
La ciudad celebra su feria los días 7, 17 y 26. Menos el 26, hay una atmósfera gastronómica en el Campo da Feira con las pulpeiras. Los comerciantes se sitúan a ambas orillas del río Barbaña con variedad de productos, aunque aseguran que la afluencia de gente ha disminuido mucho en comparación de otras ferias más grandes, como Xinzo de Limia o Verín. Gregorio Jiménez heredó el puesto de su madre, quien trabajó como comerciante durante treinta años, y asegura que las ferias son una descarga económica para adquirir productos a precios accesibles. Algunos de sus compañeros afirman que este tipo de concentraciones feriales le dan mucha estabilidad a los comerciantes como una contrabalanza a la compra online y defienden que su oficio debería reivindicarse.