O Carballiño llora a Jesús Rodríguez González, que se convirtió en un referente de la hostelería local, fallecido a los 59 años a causa de la ELA
16 oct 2025 . Actualizado a las 23:01 h.Jesús Rodríguez González (Pazos-Boborás, 1966 - A Coruña, 2025) fue mi hermano antes de nada y terminó siendo un personaje imprescindible en el día a día de O Carballiño. Aún lo recuerdo con quince años, explicándole a mi padre que quería trabajar y ganarse su dinero. Eran otros tiempos y, aunque Magín le contestó muy serio que se pasaría más años que el conserje —el Cremalleras— en el mítico Colegio Isabel la Católica, lo cierto es que no tardó en menear los vasos en el Nayla de los mejores años y, aún menor de edad, ya regentó el Hawai que abriera el inconfundible David Pérez Castro.
La bandeja volaba en la mano de Suso, capaz de trabajar, de emprender y de esforzarse hasta convertirse en un referente de la hostelería local, justo cuando los demás nos divertíamos. Se hizo nocturno, demasiado quizás, pero siempre dio el callo, hasta que llegaba ese mes entre octubre y noviembre en el que bajaba pulsaciones y se perdía en algún paraíso tropical. Brasil, la República Dominicana, México, incluso Canarias. Expedientes secretos, que solo conocen bien sus amigos, los de verdad, que ha dejado unos cuantos.
Con Rosa y con la pequeña Inés cambió de vida. Se hizo coruñés, pateó el Orzán y todo el istmo en el que aprendió cada rincón o las capillas en las que se comía la mejor tortilla de Betanzos. Fue casi tan deportivista como merengón.
A mí me dejó varias lecciones, la última la de un hombre valiente que se enfrentó a una enfermedad tan cruel como la ELA. Por cierto, con la ayuda de sanitarios de tan alto nivel profesional como humano en el sistema público herculino. Ojalá les den los medios y las condiciones laborales que se merecen. Hasta siempre, Tuto, de mi parte y de los que tuvimos la suerte de disfrutar tu lado bueno.