Gloria Sánchez Izquierdo: «Cuando yo empecé la procura era un mundo de hombres, en el que costó mucho abrirse camino»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Del papel cebolla a las notificaciones por vía telemática, la procuradora ha vivido enormes cambios en su trabajo, del que se jubiló a finales del año 2019

13 jun 2021 . Actualizado a las 17:20 h.

Con apenas cuatro años María Gloria Sánchez Izquierdo llegó a Ourense. Tras haber pasado su primera infancia en Sidi Ifni, tuvo que adaptarse a una ciudad que hasta ese momento solo conocía por los viajes durante las vacaciones de sus padres. Pero se integró perfectamente y recuerda de aquellos años sus salidas a los jardines del Padre Feijoo, su zona de juegos hasta que ya fue más mayor y le permitieron ir al parque de San Lázaro. «Mi padre era militar y lo destinaron al Sáhara español. Se vino a Ourense para casarse con mi madre, porque los dos eran ourensanos, y mis abuelos también, pero después de la boda se volvieron y estuvieron allí diez años», recuerda para este reportaje.

Tras su paso por el colegio Carmelitas, llegó el momento de elegir carrera. No fue fácil. «Derecho fue un poco por exclusión, porque yo había hecho el bachillerato de letras y en aquella época en Santiago podías hacer Geografía e Historia, Medicina o Derecho. Yo lo que quería era estudiar Periodismo en Madrid, pero no me dejaron, así que dudé y al final me pareció que la carrera de leyes era la que más me iba a gustar», explica. Acertó. «Al acabar estuve dando clases y luego, hablando con la que había sido mi tutora, me ofreció ir de pasante. Le estaré eternamente agradecida, porque me inculcó disciplina, responsabilidad, intentar siempre hacer bien las cosas», asegura, recordando además que aquella mentora fue la que le metió en el cuerpo el gusanillo de la procura. «Me gustó desde el primer momento porque es muy distinta a la abogacía. Es una labor más detallista, minuciosa, de mucho control y organización, porque es puntillosa», explica sobre un trabajo a veces desconocido: «Es un enlace entre la justicia, el abogado y el justiciable; el procurador es quien facilita que el procedimiento vaya lo mejor posible».

Tras año y medio de aprendizaje empezó por su cuenta, arrancando así una larga carrera a la que puso fin en 2019. «No sé si he sido buena o mala en mi profesión, lo que sí puedo asegurar es que he sido trabajadora, luchadora, porque cuando yo empecé eran tiempos duros, de una procura oscura, en blanco y negro, un mundo de hombres en el que costó mucho abrirse camino», rememora, advirtiendo que, en sus comienzos, «éramos cinco mujeres». Y no solo costaba por el exceso de corbatas, sino también por la precariedad que debían afrontar cuando tenían hijos. «No teníamos baja maternal; dabas a luz y a los cuatro días estabas trabajando. Eso te queda para siempre, el ver que dejas a las criaturas tan pequeñas es duro, pero ese dicho de que lo que no te mata te hace más fuerte, es cierto», reconoce. Ella, con dos hijos, sacó fuerzas para seguir con un trabajo que fue cambiando a medida que lo hacían los medios tecnológicos. «Usábamos la máquina de escribir y papel cebolla; luego llegó la revolución del fax y después el mundo de las fotocopiadoras y los ordenadores, hasta la llegada de lexnet, que permite hacer los trámites de forma telemática».

En 2019, empezó a pensar en jubilarse. «Cuando vino la vorágine de globalizarlo todo, de trabajar con toda España, se precarizó un poco la profesión. Llegó un momento en el que pensé que no podía seguir, me sentía cansada física y mentalmente», cuenta. Lo que nunca se imaginó es que apenas unos meses después de jubilarse llegaría el covid. «Dije adiós a la profesión con muchas ganas de hacer todo lo que no había hecho en la vida, incluso de empezar a estudiar Historia del Arte, pero fueron solo dos meses, luego nos encerraron; todos los planes que tenía volvieron a quedarse en el armario y empecé a hacer lo que hizo todo el mundo: cocinar, leer... ».

Ahora, con 66 años, no se arrepiente de no haber exprimido más su profesión. «La gente que venía detrás ya estaba toda más preparada, trabajando muy bien telemáticamente, y creo que hay que dejarles camino. Yo eso lo tuve claro siempre», explica, convencida de que «la juventud necesita una oportunidad; si nosotras fuimos capaces de abrirnos camino tras haber irrumpido en un mundo de hombres, dejando las cosas mejor para las que vinieron detrás, ahora hay que dejarles que hagan su trabajo como quieran o entiendan, y nosotros debemos pasar a otro lugar».

«La relación con el personal de los juzgados era muy cercana»

A caballo entre Ourense y Panxón, Gloria aprovecha su jubilación para disfrutar de sus hijos y su nieta, mientras espera poder retomar pronto esas cosas que el covid-19 le impidió realizar. De sus tiempos de procuradora recuerda con cariño la relación con los jueces y el personal de los juzgados, antaño espacios más «familiares». «Era gente muy buena y muy válida la que había, tanto en la Audiencia, como en la Fiscalía; entonces tenías una relación estrecha con los funcionarios y los letrados de la administración de justicia, todo era muy cercano, hasta que llegó lexnet y todo se difuminó un poco, se perdió el contacto personal», asegura, sin dejar de mencionar que «de algún secretario judicial aprendí mucho y de algún funcionario también, porque una cosa era la teoría y otra el día a día». En los últimos años de profesión Gloria colaboró con la facultad de Derecho. «Los alumnos de ese centro salen con un altísimo nivel», destaca.

El DNI

 Nació en 1953 en Sidi Ifni, en el Sáhara español, donde estaba destinado su padre, militar. Cuando tenía cuatro años la familia regresó a Ourense.

Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago y tras licenciarse se colegió como procuradora.

Para este reportaje elige como su rincón favorito de la ciudad el edificio en el que se crió, en la rúa do Paseo. «Me trae muchos recuerdos de mi niñez, como las cabalgatas de reyes que veíamos desde el balcón de casa», cuenta.