Eduardo Alberca, enfermero que se jubila: «Ha sido muy emocionante ver cómo ha mejorado la calidad asistencial en Ourense»

Marta Vázquez Fernández
marta vázquez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Eduardo Alberca Valera, en su rincón favorito de Ourense, el claustro de San Francisco
ALEJANDRO CAMBA

El profesional sanitario dice adiós tras haber pasado 44 años trabajando en la unidad de Nefrología del CHUO

03 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Era un 24 de agosto, día de su cumpleaños, cuando Eduardo Alberca Valera llegó por primera vez a Ourense. Al volante del Renault 6 que le había dejado su padre y acompañado de un amigo, viajó desde Albacete hasta la ciudad de As Burgas para empezar a trabajar como enfermero. Corría el año 1978. El próximo 24 de agosto, más de cuatro décadas después, este veterano profesional pasará a tener la categoría de jubilado. En realidad, su última guardia la hizo el 26 de junio, domingo, porque a partir de ahora disfrutará de los días libres y vacaciones que le quedaban pendientes. Tiene tiempo, por tanto, para recordar en esta entrevista estos años en los que ha sido testigo de la modernización de la sanidad pública.

Su primer destino fue el centro de salud Novoa Santos de la capital, aunque en aquellas fechas tenía otros usos, e incluso una denominación distinta. «Se llamaba Clínica Raposo y pertenecía a la Obra Social 18 de julio; era un hospital del Insalud», recuerda el profesional sobre un centro destinado entonces al cuidado de mayores. Allí iba a pasar visita Domingo Sánchez Guisande, un especialista que dos años antes había empezado a hacer diálisis, con una sola máquina, en el Complexo Hospitalario de Ourense. «En 1978 se puso en marcha la unidad de Nefrología y Sánchez nos dijo a otro compañero de Valencia y a mí si queríamos formar parte de esa unidad. Y aceptamos».

Así fue como empezó su trayectoria en el CHUO, en la segunda planta del hospital, en la que ha desarrollado toda su carrera, salvo el tiempo en el que tuvo que hacer la mili. «Me gustó la especialidad; rotábamos entre hospitalización y diálisis, y eso era muy interesante porque una parte era labor asistencial y luego había otra más técnica, con las máquinas», recuerda Eduardo. Luego pasó otra cosa muy importante en su vida. «Conocí a una enfermera de esta unidad y nos casamos en 1984. Ese ha sido el motivo de que nunca me marchara de Ourense, ni ella tampoco; siempre nos hemos encontrado muy a gusto en esta ciudad», asegura.

Eduardo formó parte también del grupo de enfermeros que participan en los traslados de pacientes. «He hecho muchos kilómetros y, sobre todo, he visto nacer y desarrollarse el mundo de la ambulancia, un campo que me parece interesante porque cuando empecé había en Ourense un solo vehículo, mientras que hoy en día pueden llegar a doscientos», recuerda el profesional. No ha olvidado aquellos rudimentarios coches que llevaban dentro una camilla, que con el paso de los años se han ido transformando en modernos vehículos con todo tipo de equipación sanitaria. «Ha sido muy emocionante ver cómo ha mejorado la calidad asistencial», asegura, sin dejar de mencionar traslados en los que iba de charla con el paciente y otros en los que la situación era mucho más complicada. Había una vida en juego.

«La enfermería es una profesión muy vocacional. Te metes en lo más profundo de la persona y es entrañable y agradecida cuanto sientes que el paciente te necesita y tú eres capaz de aliviarle un problema o decirle esa palabra que necesita. Es una profesión muy bonita, pero te tiene que gustar», asegura.

Valora haber conocido en todos estos años a «profesionales como la copa de un pino». Tiene claro, eso sí, cuáles han sido los momentos más complicados de su carrera. «Con el covid yo pasé de ser un hombre que iba encantado a trabajar, que me levantaba por la mañana y no miraba si era domingo, tarde o noche, a entrarme pánico, a no saber qué iba a pasar, lo peor de todo era la incertidumbre que había en los primeros momentos», recuerda. Luego, con las vacunas, la situación fue mejorando y tanto él como sus compañeros volvieron a recuperar poco a poco la normalidad. Ahora ha llegado el momento de decir adiós. «Me ha encantado mi profesión; siempre he estado arropado, con gente maravillosa, y he tratado de corresponder lo mejor que he podido» asegura, feliz de haber recibido estos días mensajes de cariño de quienes lo han acompañado estos años.

 

«La bici me ha permitido conocer muchos rincones de la provincia»

Para Eduardo Alberca, que cumple los 65 en agosto, se abre ahora una nueva etapa en la que quiere disfrutar más de sus aficiones. «Por ahora me lo estoy tomando como unas vacaciones», advierte, sin ocultar su alegría por tener más tiempo para andar en bici y hacer fotos, sus dos pasiones. «Espero seguir saliendo tres veces por semana a hacer recorridos; ahora ya no estoy sujeto a los horarios de trabajo que antes me impedían salir todo lo que yo quería», cuenta. «Tengo muy buenos amigos que también son aficionados, casi todos jubilados», cuenta. Advierte de que para conocer la provincia no hay mejor forma que recorrerla sobre dos ruedas. «Me ha permitido conocer rincones de Ourense que seguramente no habría visitado nunca, además de ayudarme a mantener a raya la tensión, el colesterol y el estrés laboral. Un amigo que dice que lo primero que necesito ahora es desestresarme, y seguramente tiene razón», asegura.

 EL DNI

Quién es.  Eduardo Alberca nació en 1957 en la localidad de Madrigueras (Albacete).

Profesión. Estudió Enfermería en Valencia, pero ha desarrollado su carrera profesional en Ourense.

Su rincón. El Claustro de San Francisco. «Me parece uno de los espacios más bonitos de la ciudad de Ourense, un entorno precioso, y creo que es poco conocido entre los ciudadanos. Me parece que no lo valoramos y estoy seguro de que hay muchos vecinos de la capital que nunca lo ha visitado».