Manuel Ramón González es la tercera generación al frente del Moderno de Ribadavia, y el cuarto Ramón al frente del negocio. Fue en 1911 cuando abría sus puertas el café, entonces de manos de Ramón Losada, que se lo vendió al abuelo del actual responsable allá por los años cuarenta. Losada había perdido un hijo y decidió marcharse lejos de Ribadavia con la familia. Y Ramón González decidió quedarse con el negocio. Compró el bar y mantuvo la esencia, aunque no aquellos espectáculos de vedettes que habían hecho famoso al local en las décadas anteriores, pero que ya se habían perdido. Después, en los setenta, una reforma en el local cambió la barra desde el fondo para un lateral para crear más espacio para mesas; algún cambio en las luces y el suelo posterior, la llegada de la gran pantalla del fondo. Pero nunca demasiados cambios. «Siempre fue un bar, y sigue sin cambiar», cuenta Manuel Ramón, que reconoce que sí han valorado en varias ocasiones meter comida. «El negocio ahora mismo está en la comida, pero como no tenemos cocina, aunque lo hemos pensado, al tener que hacer obra, no nos decidimos», explica. De momento, el local se mantiene. «No es el negocio que fue, pero al ser nuestro el local...», señala. ¿El secreto para seguir después de más de un siglo? «Estamos en el centro, es un bar familiar al que vienen abuelos con nietos; y además al sellar quiniela... una cosa tira por la otra», dice.