La familia fallecida en Taboadela por inhalación de gas guardó el generador al temer que lo robaran

TABOADELA

Los vecinos despidieron a Francisco Dacal, a Antonia Fernández y al hijo de ambos en un funeral en Ourense
01 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Taboadela despidió este miércoles a Francisco Dacal (81 años), a Antonia Fernández (77) y al hijo de ambos, Francisco José Dacal (56), los tres miembros de una familia que fallecieron tras el apagón eléctrico del lunes. Aunque todavía se están investigado las causas, todo apunta a la inhalación de los gases del generador que instalaron para sortear la falta de suministro y mantener encendido el respirador que necesitaba el cabeza de familia.
Los vecinos acudieron en una lluviosa tarde hasta el cementerio de Santa Mariña. Todos se preguntaban lo mismo: cómo es posible. Allí también estaban el alcalde, Álvaro Vila, y el teniente de alcalde, Roberto Blanco Vázquez, que el martes fue el primero en entrar junto con los agentes de la Guardia Civil en la casa de Francisco y Antonia.
El día del apagón había estado pendiente de la familia, junto a la trabajadora social del Concello. «Lo primero que hicimos fue ir a las casas donde sabíamos que había personas que podían tener problemas ante la falta de luz», explica. Encontraron a Francisco nervioso, casi sin aire, debido a la enfermedad que le llevó a tener que usar un respirador, sobre todo por la noche. «Era mediodía y supongo que también estaba angustiado, pensando que a lo mejor la luz tardaba en llegar. Se asomaba a las ventanas para respirar», relata Blanco. Entonces decidió, de manera urgente, acercar hasta su casa un generador que pudiera ayudarle. Se instaló sobre una furgoneta en un camino cerca de la vivienda.
Roberto Blanco regresó sobre las cuatro de la tarde con la trabajadora social del Concello para ver cómo estaba. «No paraba de agradecernos lo que habíamos hecho. Estaba superactivo y nos repitió mil veces que no teníamos por qué hacerlo. Nos dijo que ahora ya se podía levantar. Era una persona superagradecida», añade. El teniente de alcalde se quedó un rato, sentado al aire libre con el padre y el hijo, conversando. Y se decidió que el generador quedase allí para su tranquilidad y a la vista de que el apagón iba para largo. Pero la familia, según explica Roberto, tenía miedo de que alguien se pudiera llevar algo tan importante para la vida de Francisco. «En primer lugar pensamos en ponerlo en el garaje, pero como no podían abrir las persianas por falta de luz, dijo que lo dejáramos en la bodega y allí quedó funcionando», apunta el teniente de alcalde, con la voz entrecortada.
A media mañana del martes, con el suministro restablecido, la trabajadora social se puso en contacto con él. Había ido a la casa de la familia para ver cómo habían pasado la noche. Nadie contestaba. Llamaron a la Guardia Civil y entraron en la vivienda. «Te queda una sensación que no se puede expresar....», alcanza a decir para finalizar el relato.

Francisco Dacal padecía un cáncer que lo había llevado al hospital recientemente y necesitaba el respirador. Había trabajado como electricista y también había ejercido como juez de paz en Taboadela. Era muy conocido en la localidad, porque acostumbraba a reunirse con un grupo de amigos, con los que mantenía tertulias. «Era muy afable, sabía de todo, pero nunca quería imponer su opinión. La gente lo respetaba mucho», afirmaba ayer un vecino. El hijo de ambos siempre estaba con él. «No se separaban. Allí donde iba uno, iba el otro», añadía.
Su mujer, Antonia, se dedicó a la casa y al cuidado de su hijo, que tenía una discapacidad. El Concello de Taboadela decretó dos días de luto oficial.