El Sergas ya hizo entrega de los terrenos y los vecinos reclaman que se celebre una reunión a tres bandas para poder asumir el gasto de su limpieza y arreglo
17 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«Tenemos que asumir responsabilidades sobre algo que parece que no tiene solución». El alcalde de Toén, Amancio Cid, asegura que el Concello no tiene interés alguno en quedarse con los terrenos e inmuebles que conformaron en su día el hospital psiquiátrico, aunque no le quedará mas remedio. Tendrá que buscar una solución, ya que el Sergas ha iniciado el proceso de devolución de los mismos a sus propietarios, después de que la actividad sociosanitaria hubiese terminado. El regidor subraya que a la entidad municipal le resulta imposible asumir la inversión necesaria para adecuar las instalaciones y califica la situación de «stand by». «No estamos hablando de una inversión de 100.000 ó 200.000 euros, sino de muchísimo más», explica. Habla de cúmulo de despropósitos y de la posibilidad de que este lugar, en la actualidad totalmente abandonado, se convierta en un centro frecuentado por okupas. Según subraya, espera que en algún momento surja alguna iniciativa que permita dar un uso a los terrenos, aunque cree que la solución no será fácil ni se verá pronto. También, dice, que lo idóneo hubiera sido que se hubieran entregado las instalaciones en mejor estado. Por su parte los comuneros, propietarios de los terrenos que en su día pusieron en manos del Concello para proceder a su cesión al Sergas, hablan de «un gran marrón». Aunque, según indicó el presidente del monte comunal, Jorge Sotelo, están dispuestos a hacerse cargo de ellos antes de que queden en tierra de nadie. Pero indica que es necesario mantener una reunión a tres bandas, en las que estén presentes el Sergas y el Concello de Toén, para intentar llegar a un consenso que permita que ninguna de las partes tenga que asumir en solitario el gasto que supondría su puesta en valor. «El estado de la zona ha llegado a una situación en la que pensamos que tenemos que hacer algo. No nos negamos a hacernos cargo, pero necesitamos de otras ayudas» explica.
Desde que en enero del 2012, el Sergas decidiera el traslado de los pacientes de Toén a Piñor, la devolución de unos terrenos cedidos hace más de cuarenta años se entendía inminente, ya que se daba por cerrado su uso sanitario. Tras el fallido intento de Aspanas de hacerse cargo -una propuesta que los comuneros rechazaron- la pelota está ahora en el Concello de Toén. El Sergas, a pesar de no tener que hacerse cargo de la zona, mantuvo durante un año un servicio de vigilancia para evitar saqueos y la entrada de personas ajenas.
Un panorama desolador, abandonado y destruido
Una valla quitamiedos corta el camino en vehículo hasta la zona, a unos 200 metros antes de su entrada. Sin embargo, es fácil llegar a pie. Poco después, varias piedras de gran tamaño hacen los propio. Junto a ellas, una cama da la bienvenida al recinto. Entonces, la zona se convierte en una buen escenario para el segunda parte del El Resplandor. Y hasta parece que en algún momento puede surgir de entre tanta mata el escritor Jack Torrance (Jack Nicholson) como cuidador del psiquiátrico ourensano, en lugar del hotel Overlook. La estampa es, sobre todo, desoladora. La, en su tiempo lavandería, anuncia la entrada al recinto. Junto a ella un gran cartel que recuerda lo que en su día fueron las hectáreas de terrenos y diferentes edificaciones que aparecen ante los ojos. Los cristales rotos sobre el suelo lo cubren todo. En pedazos muy pequeños. Y las puertas abiertas invitan a entrar en cada estancia. Aunque con prudencia. Parece que todo puede caer en cualquier momento. Dentro pocos muebles. Tirados, amontonados y rotos. Y todavía algún cartel que indica la admisión o la capilla. De un pabellón a otro la maleza lo cubre casi todo. El club social todavía está presidido por una gran barra redonda y en sus parece aparecen cuadros de gran tamaño pintados en su día por los usuarios del centro. Un gran escenario, pero para una película de miedo.