«En menos tiempo se puede conseguir la calidad de queremos»

p. seoane OURENSE / LA VOZ

VILARDEVÓS

cedida

02 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Méndez Atanes, viticultor y enólogo, fue presidente de la denominación de origen Monterrei. Vivió el despegue en primera persona. Ahora, sin papel institucional, con su godello blanco Vega de Lucía, nacido en tierras de Vilardevós, quiere demostrar que la rapidez no está reñida con la calidad, incluso con un vino cuya elaboración es más exigente. -La del 2018 ha sido una vendimia generosa, que se pudo hacer sin sobresaltos. Generalmente, las buenas añadas provienen de una brotación precoz en la viña, lo cual abre la posibilidad de un ciclo de vegetación y maduración largo. Así ocurrió. Este año fue decisivo el buen tiempo en la floración y durante la vendimia.

-Dirá que la cosecha ha sido excepcional, aparte de romper techos en cuanto a producción...

-Porque es así. La de 2018 ha sido una cosecha extraordinaria, cualitativa y cuantitativamente. La del 2017, para olvidar, fue muy escasa, corta en volumen y corta en el tiempo, de tan solo ocho meses, por lo que hace tiempo que éramos sabedores de que tendríamos que salir lo antes posible con el vino del 2018.

-Con el visto bueno del comité de cata del consejo regulador a su vino, solo le queda ahora embotellar y empezar a distribuirlo.

-Estamos preparando el primer embotellado de la campaña. Hay que explicar que Vega de Lucía Godello, por definición, se cría sobre lías hasta febrero del siguiente año, con remontados semanales para poder liberar los aromas que están ligados a ácidos de una manera natural. Este año hemos forzado, con remontados cada tres o cuatro días, para acelerar el proceso de crianza y liberación de aromas y lograr más volumen en boca. Hemos demostrado que en menos tiempo se puede conseguir la calidad que queremos, que nace en la viña, que es donde está la base. El día 17 lo tendremos listo.

-¿Viña singular, vino singular?

-Sí. Las nuestras están a una altitud entre 350 y 780 metros, próximas al Támega, que es el último afluente del Duero. Es la única zona de la Galicia vitivinícola que pertenece a la cuenta del Duero, rodeada de sistemas montañosos y una salida natural hacia Portugal. El nivel de precipitaciones es bajo, pues los frentes y borrascas que nos afectan suben a través del río. Es un lugar óptimo, con suelos granítico-arenosos que disfrutan de una gran oxigenación, con lo cual se puede llegar a vinos muy aromáticos, frescos y con mucha estructura.

-Ofrece un llamativo contraste sus viñedos con el abandono generalizado del medio rural.

-El abandono, de tan graves consecuencias para todos, hace que muchos de nuestros viñedos se hayan rodeado de pura naturaleza, con plantas naturales de romero, manzanilla, mentastro, o tojos. Trabajamos como lo hacían nuestros ancestros, con el alma, con la creencia de que el buen vino sale de la viña.

-¿Hasta donde apuran el rendimiento en los viñedos?

-Nuestras viñas tienen entre 15 y 20 años. No superamos, en ningún caso, los ocho mil kilos por hectárea, con lo que es mayor la acumulación de sustancias que participan en los aromas y el sabor del vino. Y lo hacemos así, con los aclareos de racimos que sean necesarios, por convicción y fe, no tanto por normativa.