Éxtasis con el carnaval de Bahía

Ramón Satoló PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Crítica | Concierto de Carlinhos Brown Un cachito de Brasil surgió en la noche del pasado miércoles en el recinto ferial de Pontevedra. El sudor, el baile y la pasión fueron los líderes del multitudinario evento

18 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Todo empezó con el arco iris: sombrillas de colores frente a los músicos, imágenes policromadas y, el multiaclamado, Carlinhos Brown. «¡Estais de fiesta!». La samba había llegado a Pontevedra. «Necesitamos vuestra participación, ¡todas las manos arriba!». Y los brazos se alzaron acompañados de aplausos y del huracanado movimiento de los cuerpos al ritmo brasileño. El milagro había empezado. En un recinto ferial repleto, el pasado miércoles se congregaron, bajo la batuta del artista brasileño, un océano de sonrisas. Un poco de la alegría innata del Brasil se había posado en parte de nuestras rutinarias vidas. Y, para dar más realismo a ese improvisado carnaval de Bahía, muchos brasileños residentes en la Península se acercaron hasta el concierto. ¡Qué diferencia! Su pieles de un moreno inmaculado, el baile como prolongación del cuerpo, la sangre infestada de pasión. Además, el asfixiante calor del lugar, a pesar de los intentos de aminorarlo con la instalación de aparatos de refrigeración, nos acercó, todavía más, a la esencia del país carioca. Durante el recital, Carlitos Marrón no cesó de emitir consignas: «Progreso social y progreso moral». «Agradecimiento a los espíritus por poder estar en un lugar como este». «A la derecha del puesto de proyecciones pueden comprar cedés o camisetas para los que no pudieron venir». Crítica social, religiosidad y materialismo. Una clara definición de todo lo que rodea a este artista sudamericano, que también pidió un minuto de silencio por los militares fallecidos en Agfanistán. Con El milagro de Candeal, Fernando Trueba nos demostró que en Carlinhos Brown abundan las buenas intenciones. Porque en este documental se nos enseña la escuela de música que fundó, situada en una favela, y creada con el objetivo de alejar a los críos más desfavorecidos de la marginalidad y la pobreza. Sueños de cambio. Desde nuestra perspectiva occidentalizada, nos hallamos muy lejos de poder imaginar el nivel de crueldad que invade su país: «La seguridad es maravillosa. Aquí las personas pueden estar tranquilas», señaló el cantante. Según un estudio realizado por la Unesco, cerca de cien personas mueren al día en Brasil por armas de fuego. El sida, con 500.000 afectados, también hace estragos: «Hay que usar los preservativos».