Saborear el flamenco

La Voz

PONTEVEDRA

NACHO GALLEGO

Danza | Sara Baras

11 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

«Saborear la actitud, el color y la forma de cada palo del flamenco». Esto es lo que ha querido hacer la bailaora Sara Baras en su último espectáculo, Sabores, un montaje con varios números cortos que está dedicado a su madre y primera maestra, Concha Baras, así como a todos los maestros que considera «referentes y no cortapisas» en su propuesta flamenca. Dicen que nació con el don de «hacer suspirar al aire con las manos», y también con la inteligencia, trabajo y sacrificio para avanzar en un camino que ha forjado desde muy niña. La gaditana Sara Baras, a sus 35 años, ha sabido imponer un estilo y ha triunfado en escenarios tan importantes como el Kremlin, Nueva York, Londres o el Teatro de los Campos Elíseos de París, donde precisamente estrenó Sabores el pasado año y logró poner al público en pie. Este espectáculo cierra la trilogía iniciada con Sensaciones y Sueños, y en el mismo Sara Baras dirige, baila, coreografía, diseña el vestuario, la escenografía e incluso las luces. Ha reconocido que es el montaje en el que mayor libertad de creación ha tenido. «Hemos hecho lo que queríamos, lo que sentíamos, por supuesto partiendo de la base de querer saborear el flamenco, te tienes que acordar de todos los maestros, de todos los artistas de antes -ha explicado-. Y en mi caso, mi mayor referencia es mi madre y por eso esta obra se la dedicamos a ella... La pasión y el amor con que ella mira el flamenco está por encima de todo, le da igual, le gusta el arte. La he escuchado tantas veces que me planteé qué pasaría si uniésemos todos los detalles que siempre ha señalado». A lo largo de hora y media el espectáculo pulula entre distintas sensaciones flamencas. Hay tangos, seguiriyas, zambras, alegrías, tarantos, tanguillos, jaleos y bulerías, una auténtica paleta de sabores amenizada en directo por la música compuesta ex profeso para este montaje por José Carlos Gómez, interpretada por dos guitarras, dos voces, un violín y un abanico de percusiones. El sabor de Baras es seguro para todos los gustos.