«...Y la danza andaluza se hizo presente»

LEOPOLDO CENTENO

PONTEVEDRA

DESDE MI BUTACA | O |

16 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Sara Baras al frente de su espectáculo Sabores, vino a Pontevedra invitada por Caixanova donde deshojó la rosa roja de su espléndido arte. Este singular espectáculo de danza andaluza, aparte de nombre (Sabores) tenía apellido, tenía dedicatoria y ésta, nada menos que, «Para Concha, mi madre». Al final, Sara y toda la compañía que encabezaba, han rendido el público a sus pies. Un lleno total, un éxito total. Parafraseando los textos evangélicos y bíblicos, el Señor repartió los talentos, las habilidades, entre sus criaturas. A unos les dio más que a otros, para que los administrasen. A Sara Baras le dio los propios y le recordó aquello de «ganarás el pan con el sudor de tu frente». Así, dio un talento especial, una habilidad extraordinaria para la danza a Sara y ésta los desarrolló a base de sacrificio y trabajo, a base de sudar para su consecución. Y cuando el Señor dijo: «¡Hágase la danza andaluza!», Sara Baras se puso a la tarea y la danza andaluza se hizo presente. En dirección y coreografía, en iluminación y escenografía, en vestuario e interpretación, Sara Baras fue la feliz protagonista. Junto a ella, hubo dos excepcionales artistas invitados: José Serrano y Luís Ortega; un selecto cuerpo de baile integrado por cinco mujeres y cuatro hombres; dos tablaos sobre los que en uno estaban los grandes guitarristas José María Bandera y Mario Montoya, de excelente sentido musical, y el violinista José Amador Goñi con diversidad de glissandos y otros efectos; y en el otro los cantaores Miguel de la Tolea y Saúl Quirós, de una gran pureza flamenca, prueba de ello las saetas interpretadas a palo seco y el percusionista Antonio Suárez que ofreció un antológico solo en el cajón rítmico. A estos 18 singulares artistas con presencia escénica, debemos mencionar los primorosos juegos de iluminación, máxime los cenitales; el elegante vestuario alejado de lo popular y lo refinado de la coreografía que presentaron un baile más de pies que de otra parte corporal; los movimientos de manos y muñecas, delicadísimos; el braceo armonioso, sin exageraciones y de cintura para abajo, no digamos: En los pies radicó la fuerza de toda la danza; el taconeo (pasando de los "pianissimos" a los "fortísimos"), los zapateados y trémolos eran melodía más que ritmo. Excepcional. El mosaico de toques, cantes y bailes, la variedad y riqueza de éstos, con su diversidad de "Sabores", fueron puestos al alcance de los sentidos, complaciendo los gustos más exigentes. El público aplaudió arrobado, hechizado por el embrujo y calidad interpretativa. En resumen: un original espectáculo de danza que durante casi dos horas ininterrumpidas ha representado la fusión del amor, la luz, el toreo, el fuego, la religiosidad, la danza, la pintura, la música¿ junto a la belleza y la armonía, el bien por encima del mal¿ Y con Sara Baras y su buena gente se hizo la luz, la esencia, de la danza andaluza.