El partido de Noruega arroja muchas sombras -tal vez demasiadas- sobre el sistema defensivo del Deportivo.
Primero. Colotto se hartó de decir que no es Coloccini, pero todo el deportivismo espera que sea mucho mejor de lo que se vio en Bergen, donde resultó un completo desastre.
Segundo. Es probable que el experimento de Guardado haya pasado a mejor vida. Las carencias del mexicano en defensa son tan claras como sus excelentes prestaciones arriba.
Tercero. Si Guardado no puede jugar de lateral es evidente que la plantilla está descompensada porque no existe un relevo específico para Filipe Luis, que es obvio que no podrá jugar todos los partidos en una demarcación de tan alta exigencia física. Y ahí habrá que preguntarse cómo es posible que la directiva que preside Lendoiro ponga el equipo a competir en tres torneos con un solo lateral zurdo.
Y cuarto. Da auténtico pánico pensar que el sistema que salvó al equipo del descenso la temporada pasada haya dejado de funcionar. Lotina parece priorizar ahora la línea de cuatro, pero el día que decide regresar a los cinco hombres el naufragio es de los que hacen época. Nada funciona, el equipo se mete más atrás que nunca y pierde todos los balones divididos y los uno contra uno.