Casi como andar sobre el agua

maría conde PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Las motos acuáticas son la pasión de la familia Fernández

10 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Dice Sandra Fernández que pilotar una moto acuática produce casi la misma sensación que «andar sobre el agua». Más bien sería la de correr, porque ella llega a alcanzar los 108 kilómetros por hora en las competiciones en las que participa. «El andar tan pegaditos sobre el agua y la velocidad, te da una libertad y una sensación de contacto con el mar impresionante -cuenta-. Con un barco dependes más del viento, pero con la moto estás donde quieres».

La afición y la competición se la transmitió su padre, que antes de montar sobre las motos acuáticas lo hizo en tierra sobre las de ruedas -fue campeón gallego de motocross ocho años-. Trabajar en un taller y luego en una tienda de motos le hizo a José familiarizarse con estos vehículos y ser pionero en traerlas al mercado en Galicia, hace dos décadas. «Reparábamos las motos y cuando había campeonatos iba con los pilotos», cuenta. «Cuando cerró, me llamaron los de Kawasaki para que siguiera con ellos. Luego llegaron las Bombardier. Y después empezaron Jose y Sandra con las pequeñas y llevan toda la vida luchando». El Club Motonáutico Vigo Jet al que pertenecen fue el primero de la comunidad «y llegamos a tener más de veinte pilotos». Hoy, además de continuar en la entidad, Fernández preside la Federación Gallega de Motonáutica, con más de un centenar de deportistas.

Sandra se subió por primera vez a una moto acuática a los 14 años. Y desde entonces está compitiendo, hasta haberse convertido en una referencia de este deporte no solo en Galicia. En la actualidad, lidera el campeonato gallego de la modalidad Jet Ski (en la que se va de pie), y también participa este año en el nacional, el ibérico y europeo, aunque al Mundial, en el que estuvo en el 2010, ha tenido que renunciar por falta de presupuesto. «Esto es caro: además de la moto, gasolina, seguros, desplazamientos y nadie nos ayuda a nada», reconoce tras asegurar que, por ejemplo, su moto cuesta 16.000 euros más otros 5.000 para dotarla de la potencia necesaria para ganar velocidad. «Si no me falla la moto espero ganar el gallego», señala, tras apuntar que el alto coste frena también a muchas mujeres para dedicarse a este deporte. «Los chicos gastan más en esto, pero las chicas no lo hacen tanto, prefieren comprarse otras cosas -sonríe-. Yo me quito de otras cosas, de viajes o lo que sea».

Uno de los rivales que tiene en las pruebas gallegas -que no distinguen entre categoría masculina o femenina y cuyo campeonato ganó varios años- es precisamente su hermano José, el tercer piloto de la familia, con el que entrena desde niña. «Estar los dos juntos es lo mejor, uno ayuda al otro, él tira muchísimo de mí... Aunque también hemos tenido piques», ríe. Ahora mismo ella lleva ventaja en la clasificación, pero hace años, cuando también coincidían en la categoría, hubo una ocasión en la que llegaron empatados al frente del campeonato a la última prueba. «Ahí ganó él -recuerda-. Salimos juntos, juntos y luego, uno tuvo que cortar. O nos matábamos o... Y corté yo, me dije, por lo menos, que gane uno de la familia».

Para los entrenamientos, suelen escoger la zona de San Adrián de Cobres, en Vilaboa. «Intentamos no molestar a la gente, y es un poco difícil -explica-. No paramos mucho en la playa pero de vez en cuando tenemos que hacerlo, porque igual se mete algo en la turbina. Y entramos despacito. Lo que solemos hacer es a veces jugar con los niños, subirlos, para que la gente no se enfade. Pero es que en algún sitio tenemos que entrenar. Y con esta moto no te puedes ir a Cíes. En invierno no hay problema, pero en verano es jorobado. Nosotros tenemos cuidado, pero hay otra gente que no, y todos llevamos la fama, es lo malo».

El palo es José Fernández Prado y la astilla su hija Sandra Fernández Rodríguez

59 y 32 años

El padre es mecánico y regenta el taller WSM Spain y la hija comercial de motos acuáticas y gerente de la tienda Náutica Vidal, ambos locales en Vigo