El gigante centenario de la fotografía no ha podido con los tiempos. Ayer, la compañía estadounidense Kodak se declaró en bancarrota. Si el tribunal neoyorquino admite la petición de Kodak, lo que parece seguro, será un juez el que se encargue de supervisar los negocios de la empresa a partir de ahora. La Bolsa de Nueva York suspendió de manera inmediata la cotización de sus acciones en el parqué. Y la empresa emitió un comunicado en el que aclaraba que sus filiales fuera de Estados Unidos no están incluidas en la declaración de quiebra y seguirán cumpliendo con sus obligaciones financieras como hasta ahora. En ese comunicado, Kodak afirmaba también que, a pesar de la suspensión de pagos, es capaz de seguir adelante con su negocio y cumplir con sus clientes con «normalidad». Y es que en las últimas semanas la empresa ha estado negociando un préstamo de 950 millones de dólares - 734 millones de euros- con Citigroup para poder operar en caso de quiebra. La compañía, cuya sede está en la ciudad de Rochester, en las cercanías de Nueva York, fue fundada en 1881 y está dirigida por el ejecutivo vigués Manuel Antonio Pérez.