Efecto Masterchef en el Carlos Oroza

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA/ LA VOZ

PONTEVEDRA

Los programas televisivos han dado un empujón a las docencias de hostelería de Pontevedra hasta llegar a recibir un millar de solicitudes para inscribirse en este curso

02 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En una pizarra cuelga el menú del día. De primero servirán sopa de pescado, alubias con almejas, callos, calabacín relleno o tallarines al pesto, mientras de segundo, se podrá optar por lubina a la sal, arroz mixto, pollo al barro, solomillo glaseado o salmón en papillote. Los fogones están empezando a dar calor a la cocina principal de la Escuela de Hostelería Carlos Oroza. Son aún las 11.30 horas de la mañana y los alumnos de último curso preparan los menús para un comedor que al mediodía recibirá, como es habitual, a 50 comensales.

Aquí, los programas televisivos como Masterchef, Top Chef o Deja sitio para el postre son un entretenimiento que poco tienen que ver con la cocina «real». «Parece que hacen los platos en cinco minutos y las cosas llevan mucho tiempo», explica el alumno José Benito López, que en abril se muda tres meses a Alemania para hacer prácticas de cocina. «Soy más partidario de la cocina tradicional, de los platos de siempre», explica mientras comienza a preparar una lubina a la sal.

Aunque en los fogones todos guardan cierta distancia con los programas televisivos, tanto ellos como el director del centro, Manuel Hermo, coinciden en que este bum televisivo da prestigio a la profesión. Se le debe a los programas, «pero también a Ferrán Adriá, a la nueva cocina vasca y a los cocineros gallegos; ahora estamos educados a nivel gastronómico», explica Hermo. En este paso de gigante que ha dado la profesión, los cocineros han pasado a ser chefs y su trabajo está cada vez más reconocido. Para las 220 plazas que oferta en primer curso el Carlos Oroza, han recibido este año mil solicitudes para ser técnico superior en cocina, técnico en servicios de restaurante (maitre), gestor de alojamientos turísticos o guía turístico. «El ciclo de cocina es el más demandado, aunque está aumentando el de camarero, no todos valen. Ellos son los que te hacen agradable la estancia», señala Carlos Hermo.

El engranaje del Carlos Oroza es una máquina perfecta que empieza con la compra de los alimentos y acaba recogiendo las mesas del comedor. En el camino, se preparan platos, postres y se aprende a hacer de la hostelería una profesión muy seria. Pero, ¿cómo son esos chicos que llegan? La evolución es muy similar en todos. Entran con ganas, con ilusión y con pocos conocimientos. Una especie de piedra que en 48 meses tratarán de pulir inculcándole rigor, disciplina, sacrificio y limpieza. «La realidad de los que vienen está distorsionada, no conocen la parte dura, de trabajo intenso que tiene la hostelería, se llevan un gran impacto», indica.

Algunos salen amando la cocina y otros viéndola solo como una profesión. Carlos Hermo asegura que la vocación es un papel importante, pero todos valen. «Si te gusta y te emocionas cada día con ella, está hecho, eres cocinero», explica. De los 22 que se matriculan el primer año, solo 16 llegan a titularse y de ellos, apenas ocho descubren su vocación en el Carlos Oroza. A pesar de la crisis, el grado de inserción laboral sigue siendo alto, muchos de ellos fuera de Galicia, sobre todo en las islas. «Soy fotógrafo, pero me metí aquí para reciclarme y buscar una salida laboral, aprendes mucha técnica y sales muy formado», explica Jorge Mille, de 40 años de edad.

De trabajo en trabajo

Otros, como Erwin Willisch, optó por la hostelería después de andar trasteado durante un tiempo de trabajo en trabajo. En abril, viajará junto a José Benito en dirección a Alemania para buscarse allí las habichuelas después de los tres meses de prácticas. A la pregunta de si sabrán degustar la cocina tradicional en la ciudad germana de Cuxhaven, José Benito López lo tiene claro. «La cocina buena está en todos los lados y si vienen aquí a comer, pues habrá que ir allí a preparársela».

1.000

Peticiones de plaza

Más de un millar de personas hicieron la solicitud para cursar módulos de hostelería.

220

Plazas en primer curso

El CIFP Carlos Oroza oferta 220 plazas para todos los módulos que imparten.

8

Estudiantes de vocación

De los 22 alumnos por clase, solo 16 llegan al final y de ellos, ocho descubren su vocación.

Solo el 30% de los que se matriculan acaban descubriendo

su vocación

Los alumnos aseguran que la realidad es más dura que lo que sale en televisión