
Lois Blanco Arauxo pisa fuerte, con un corto en su haber y un monólogo por estrenar, está pensando ya en una película. , Escritor, director de cortometraje y de teatro, presenta el sábado en A Illa de Arousa «Os límites do frío»
05 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«Levo anos pensando que o meu mundo é a cultura, non hai outra cousa da que poida vivir», y en ello está. Lois Blanco Araúxo creció entre bambalinas. «Meus pais coñecéronse no teatro», cuenta, y sea por la genética, por el ambiente o por esas cosas del destino, el caso es que, pese a su juventud -tiene 29 años-, ha empezado ya andar para encontrar su propio camino. Hizo sus pinitos en la interpretación pero lo que más le gusta y donde se siente más cómodo es escribiendo y dirigiendo. Estudió dirección de escena en Vigo, se fue a Buenos Aires a montar espectáculos en bares y enseguida tuvo claro que lo suyo es «estar detrás da cámara e debaixo do escenario».
En poco más de un año ha tenido ocasión de presentar Lady Shakespeare en el Festival Internacional de Edimburgo y de debutar como director y guionista del cortometraje Fálame do Silencio. Este sábado vuelve a estar de estreno con Os límites do frío y en octubre espera presentar su próximo cortometraje, una comedia costumbrista sobre el Siglo de Oro, que escribirá en un mano a mano con su padre, Carlos Blanco. Porque Carlos, además de actor y monologuista, también escribe, «e faino moi ben», explica la segunda generación de artistas.
Lois Blanco confiesa que cuando acabó de rodar Fálame do Silencio, se emocionó e ilusionó tanto, que quería volver a grabar de inmediato, pero una conversación con Jorge Coira le sirvió para rebajar aquel furor y abordar cada proyecto a su tiempo. Todavía le quedan algunos cortos por delante antes de dar el salto al largometraje e irse de festivales, pero él no duda de que el largo acabará por llegar. «Eu quero estar en San Sebastián», apunta rotundo. Y por qué no soñar con traer la Concha de Oro a Galicia... «Non sei se tanto, pero teño que estar alí». Entusiasmo e ideas no le faltan. Ya tiene el título para la película, Antes ou despois, y el argumento versará sobre la brecha que se ha abierto entre la vida de la ciudad y del campo, en la cual él asumiría el guion y la dirección, aunque tampoco le importaría dejar que sea el maestro Coira quien se ponga detrás de la cámara.
Y una novela
Sus proyectos profesionales en el sector audiovisual basculan sobre una tercera pata que todavía no ha abordado: la televisión. «
O guión de series fascíname, son un amante das series». Son
tantos los proyectos... «
Manolo Gago dicía ‘non vou ter tempo na vida para levar a cabo todas as ideas que teño’
», y el joven Lois se ve en esta misma tesitura. Por que la literatura también le tira, hasta el punto de que ya empezó a escribir una novela. Pero esta semana su foco está en el auditorio de A Illa. «
Estou nervioso, espero que todo saia ben»
, confiesa. Apoyo no le va a faltar porque juega en casa. Así es como ve él y como siente A Illa de Arousa después de haber pasado allí buena parte de su juventud. El primer incondicional de A Arousa es su padre, que aunque vilagarciano de cuna acabó por empadronarse al otro lado del puente y ejerce de embajador de este pequeño paraíso enclavado en medio de la ría allá por donde va. Y a Lois algo se le ha pegado. Qué mejor lugar para levantar el telón. «
Teño un vínculo moi forte coa Illa e Faber faino todo moi fácil. É algo natural e empático, é como ensaiar no xardín da casa»
; un jardín que, por cierto, visitó hace menos de una semana para presentar el ciclo de cortometrajes gallegos
Ficciónate,
en el que también algo tiene que ver.
Os límites do frío es «teatro pobre». Otros límites, los presupuestarios, impiden abordar esta obra con mayor profusión de medios técnicos y humanos, aunque quizá la trama no requiera mucho más. Sobre el escenario estará solo Alejandro Carro, un actor con experiencia en el mundo del teatro y la televisión, que encarnará a Manolo, un mendigo que acaba entrando en un teatro para espantar el frío y llevará al público a un viaje a modo de reflexión sobre hasta donde puede mantener el ser humano su dignidad en un contexto de miseria y marginalidad. Para ello, Manolo ofrece un monólogo poliédrico en el que se transmutará en niño y en adolescente, hasta llegar a convertirse en un olvidado, «unha desas persoas que se descolgaron do barco e quedaron nunha clase social por debaixo do proletariado». Pero que nadie piense que va a encontrar se un dramón. «É unha traxicomedia na que foi complicado atopar o ton, pero creo que o conseguimos».
El tercer pilar de este montaje, junto al texto y la dirección y la interpretación, es la iluminación, que queda en manos de Alberto Casas. «É unha aposta distinta, máis que teatro vai parecer un espectáculo de rock and roll». La cosa promete.