
La Feira Franca volvió un año más a Pontevedra para despedir el verano recordando el pasado medieval de la ciudad
07 sep 2019 . Actualizado a las 21:10 h.Presente y medievo convergieron ayer en Pontevedra. La Feira Franca regresó un año más a la ciudad para trasladarnos al siglo XVI. Damas, caballeros, guerreros, reyes, reinas, artesanos, cesteras, juglares y arqueros llenaron ayer la zona monumental de la Boa Vila en una jornada en la que vecinos y turistas se volvieron para mirar atrás.
El pesado calor que caía ayer sobre Pontevedra no impidió que la ciudad saliese a las calles para participar en las muchas actividades de la mañana. A las 12:00 horas, la Asociación Recreativa de Xeve partía de Santa Clara para iniciar el tradicional transporte de vino. Multitud de personas se congregaron para contemplar este desfile. A ambos lados de la calle, los padres se subían a sus hijos a los hombros y los vecinos salían al balcón para no perderse detalle. «Estamos empezando, pero nos lo estamos pasando bien», cuentan Alberto y Loli, un matrimonio que jamás se ha perdido la fiesta. «Venimos desde que comenzó», afirman. Y no es para menos. Con la Feira Franca, la Boa Vila se transforma. Parece atemporal, un espacio entre dos mundos en el que las cafeterías y locales de comida rápida se entremezclan con los puestos medievales que ocupan el centro de la ciudad, donde gente vestida de época se junta con otra con las ropas habituales de nuestro presente. «Está guay ver Pontevedra de una manera que no ves siempre», dice Candi en una llenísima praza de Ourense en la que niños y adultos se acercaban con curiosidad a los puestos de comida y artesanía que aquí se elevan. Es aquí, precisamente, donde encontramos a Mónica, una habitual de las fiestas que, como cada año, ha venido con los ropajes de época. «Esta fiesta para mí es muy especial», explica. «Me gusta mucho el ambiente que se crea».
Como Mónica, muchos fueron los que acudieron en familia a disfrutar de la fiesta. La Feira Franca ofrece no solo una válvula de escape del presente mismo, sino también una ocasión ideal para juntarse con los nuestros y recordar nuestras historias. «Es una buena ocasión para pasar un buen rato con la familia y amigos», admitía Adolfo, que disfrutaba del ambiente con su esposa e hija, y quizá esta sea la clave para comprender el éxito de una fiesta que lleva ya veinte años haciendo las delicias de toda Pontevedra. Para Marta, que descansaba a la sombra en la Praza da Peregrina, sin duda lo es. «El gran éxito de la Feira Franca es que se involucra a toda la familia, no como en otras Feiras Francas en la que solo van gente joven», explicaba. «Se juntan familias completas que están en todas las provincias», añadía.
El desfile del transporte do viño terminaba en la Praza de la Peregrina. Allí, los peregrinos se detenían para ver qué ocurría y la gente esperaba para hacerse con un buen tazón de vino. Había quien se hacía selfies y quien optaba por inmortalizar lo que estaba ocurriendo. Más allá, siguiendo la rúa Michelena, los más pequeños hacían cola para disfrutar de las atracciones de la Praza de la Alameda y de los talleres y exhibiciones de tiro con arco, cetrería y esgrima de Montero Ríos. Todo estaba listo para despedir al verano por todo lo alto.