«Tiñamos todo flotando, as mesas, as sillas...»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Martina Miser / Cedido

Dueños de locales comerciales, usuarios de garajes y vecinos de las calles Fernando Olmedo y Casimiro Gómez relatan la madrugada de pesadilla que vivieron y reclaman una solución para las inundaciones

16 dic 2019 . Actualizado a las 20:48 h.

Es imposible huir de la frase hecha: porque llueve sobre mojado en las calles Fernando Olmedo y Casimiro Gómez, que una vez más y, pese a la obra de reforma urbana que se hizo en esta zona, no resistieron el envite del agua. Muchos vecinos, conscientes de que siguen en peligro cada vez que hay aguacero, en la madrugada del domingo saltaron de la cama y, con lo puesto, se echaron a la calle. Trataron sin éxito de recuperar coches o achicar agua en sus bajos. Pero lo que se encontraron superó sus peores temores. Roberto Ruibal, dueño del restaurante Atlántico & Juber, ofrecía un testimonio que resume bien la perplejidad y el susto colectivo: «Cheguei á beirarrúa ás seis da mañá, estiven tempo e tempo sen lograr entrar no meu local. Había tanta auga que era imposible abrir, que impotencia. E cando por fin abrín... aquí a auga entrou coma un río, foi terrible. Ata rompeu a ventá e entrou tamén por ela, tiñamos todo flotando, as mesas, as sillas...» se lamentaba el hombre.

Desafortunadamente, Roberto no fue el único que ayer se despertó con una sorpresa desagradable. Las historias humanas detrás las inundaciones se iban escuchando a pie de calle. Un joven empleado de una compañía eléctrica se lamentaba de la decisión que tomó el día anterior, antes de partir a dormir a Boiro: «Deixei o coche da empresa cargado con todo o material no garaxe, deixeino por seguridade, para evitar un roubo, e de madrugada xa me chamaron dicíndome que estaba completamente cheo de auga», señalaba mientras, desesperado, iba contactando con sus jefes.

«Isto non é só pola choiva»

A su lado, otro vecino, Ignacio Portas, que pudo rescatar uno de sus coches de ese mismo garaje pero que cuando quiso retirar el otro el agua ya había subido demasiado y fue testigo de cómo el automóvil iba quedando anegado, pedía la palabra:

«Que se saiba que isto non é só pola choiva, que aquí hai un regato desbordado e que o Concello e Augas de Galicia se pasan a pelota un ao outro e ninguén nos busca unha solución. Levamos anos con estes problemas e o de hoxe é un desastre. Son ás once da mañá e aquí non hai ninguén do Concello, ¿onde están metidos os concelleiros?

», se preguntaba. Sus palabras fueron como gasolina y varios residentes más, todos ellos a pie de calle, esperando a que sacasen sus coches de los garajes inundados, reclamaron también soluciones para esta zona.

«Eu hai trece anos que quedei sen un coche da mesma maneira ca hoxe. Tíñao no garaxe e non valeu para nada. Agora teño outro aí dentro... ¿para que cres que valerá?»

, preguntaba un hombre llamado José Arceu, señalando a un garaje donde el agua, a media mañana, daba por la cintura. Nadie se atrevía a responder a su pregunta. Pero todos sabían la respuesta.