Las «antías», a por el reto olímpico

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARTINA MISER

Las pontevedresas Antía Jácome y Antía Otero comenzarán en el CAR de Sevilla su asalto a Tokio 2021

29 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Antía Jácome y Antía Otero regresaban ayer de Szeged (Hungría) con la medalla de oro en C2 200 en sus manos y el recuerdo del cuarto puesto en C2 500, la distancia en la que son fuertes. Las antías llegaban a la Copa del Mundo, la gran cita deportiva de un año en el que el covid desbarató el calendario deportivo y tuvo a las palistas enganchados a los ergómetros de sus casas durante meses. Jácome y Otero volvieron al agua tras la cuarentena. Y lo hacían juntas. Hasta ese momento no eran pareja deportiva, pero las palistas de la Escuela de Piragüismo Ciudad de Pontevedra unieron sus caminos a finales de junio y seguirán juntas una carrera que se refuerza con la estancia de ambas en el centro de alto rendimiento (CAR) de Sevilla, donde se profesionaliza esta modalidad. «Es mi primer año allí, hasta ahora estaba en el CGTD, pero ahora empiezo una nueva etapa», reconoce Antía Otero, de 17 años. Todavía es juvenil y su carrera acaba de relanzarse con este oro.

Uno de sus entrenadores en la Escuela de Piragüismo Ciudad de Pontevedra, al que pertenecen ambas, Miguel Villanueva, compara a Otero con David Cal. «Es una deportista que compite sin presión, es tan fría remando que sus rivales no saben cómo está, si está contenta o no, tiene un nivel alto de concentración», señala el técnico. Fue el club quien apostó por ella como compañera de Jácome en el C2. «Es la mejor juvenil de España y Jácome necesita una compañera después de que su pareja decidiese entrenar en casa», explica Villanueva. La Federación de Piragüismo necesitaba una palista para acompañar a Jácome en la canoa «y nosotros le dimos esa opción».

La siguiente parada para ambas esperan que sean los Juegos Olímpicos de Tokio. Para Otero es una misión complicada, pero su compañera de canoa, Antía Jácome, reconoce junto a ella, que es el gran objetivo: «Creo que sí tengo opciones, creo que el selectivo será otra vez aquí en Szeged». Este experiencia no le ha ido tan mal. No contaban con el oro en C2 200 y buscaban una buena posición en C2 500, la distancia olímpica. Se quedaron a las puertas del bronce en esta modalidad. Fueron segundas al paso del 250 y quedaron a seis centésimas del tercer puesto, que se fue a manos de las chilenas Roco y Maillard. «El oro en C2 200 nos valió para sacarnos las espinita del C2 500», apuntaba Jácome desde el autobús en el que completaban su regreso desde Hungría. «La verdad es que estamos genial, súper contentas con el resultado», señala la palista pontevedresa.

Un año más de preparación

No habían estado tanto tiempo sin salir al agua como el que tuvieron durante la cuarentena. Así que sobraban ganas de competir. Y por supuesto, de fijarse metas más ambiciosas. «Ahora descansaremos un par de semanas y nos vamos ya para Sevilla», apunta. La carrera olímpica empezará ahora en octubre. Su intención era haberse metido este año en la pugna por Tokio, pero la pandemia se coló en sus aspiraciones y aplazó la lucha.

Jácome cree que con un año más de tiempo para la preparación podrán llegar a un mejor nivel. «Al final he cambiado de compañera y nos ha venido bien ganar un poco más de tiempo», explica la palista. Miguel Villanueva asegura que la dupla que forman las antías tienen una proyección imparable. «Antía Otero ya representó a España en los Juegos de la Juventud de Buenos Aires y para llevar juntas desde julio, mira lo que han hecho en Hungría», apunta el técnico, que recalca que «para que un barco funcione hacen falta varios años y lo hacen o no. Aquí no hay duda de que sí funcionan».