Juan Ramón Vidal Romaní: «Tendríamos que tener un sistema de alertas en toda la costa de Galicia»
PONTEVEDRA
![Juan Ramón Vidal Romaní, catedrático emérito de Geología de la UDC](https://img.lavdg.com/sc/46WhX2NxxP-gJpmLfLFjibr_dYA=/480x/2021/09/24/00121632507182085119409/Foto/PS26C3F1_201138.jpg)
En las Rías Baixas preocupan las consecuencias de la subida del nivel del mar
26 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Uno de los mayores especialistas en la geología de Galicia es Juan Ramón Vidal Romaní, catedrático emérito de la Universidade da Coruña.
—¿Qué riesgos existen desde el punto de vista geológico en las Rías Baixas?
—El problema que tenemos es el mar, pero no por las perturbaciones normales como son las mareas y los temporales, sino porque tenemos una costa, la atlántica, que está sujeta o abierta a la formación de pequeños tsunamis. Pueden venir de cualquier sitio, pero principalmente de las fallas activas que hay a 40 o 50 kilómetros de profundidad. Aparte de los fenómenos meteorológicos habituales, ese sería el riego que tienen las rías, que son unas zonas de costas bajas, generalmente sin acantilados muy elevados, aunque en algunos sitios si los haya. Hay una gran parte de esa costa que es arenosa. El problema de las costas bajas y arenosos es que en el caso de un tsunami están desprotegidas, lo que no ocurre con la costa de A Guarda a Baiona, que es acantilada y rocosa y donde no habría ningún problema.
—¿Algún otro fenómeno a tener en cuenta?
—Sí, uno muy importante y que es similar al anterior sería el efecto derivado de la subida del nivel del mar. Es un fenómeno que empezó hace 15.000 años. Ha subido casi 100 metros desde la posición en que estaba hace 15.000 años a la actualidad. Esta subida del nivel del mar está provocando una inundación de la costa, una destrucción sobre todo de las playas. No nos damos cuenta porque es un proceso muy lento, pero contiguo, que existe y de una manera que tenemos debajo del agua gran cantidad de tierras que hace tres o cuatro mil años estaban al aire. Los romanos estaban ocupando una costa que estaba a unos seis o siete metros por debajo de la línea actual de la orilla. No estamos hablando de cosas muy antiguas o geológicamente significativas.
—¿Tenemos algún registro en época histórica de algún tsunami que haya enfilado las Rías Baixas?
—El que todo el mundo menciona. El de Lisboa de 1755. Es una zona relativamente lejana, pero los tsunamis tiene la habilidad de propagarse a largas distancias. Ahora se está hablando en el caso de La Palma de que uno pudiese alcanzar las costas de América. El que se conoce por registros históricos es el de Lisboa y ese evidentemente produjo dos tipos de efectos. En las costas rocosas acantiladas rocosas produjo muy pocos en el sentido de que estas costas absorben perfectamente las olas aunque sean muy fuertes. Las arenosas es donde se concentra la erosión producida por las olas y cuando se trata de un tsunami o de un sismo submarino, entonces lo que provocaría sería una degradación de la playa o de las zonas de istmos o barras arenosas. Es difícil distinguir ese tipo de efecto sobre el terreno. Que yo recuerdo ahora hemos encontrado rasgos de estos tsunamis en la costa gallega. Me refiero a grandes bloques levantados en cabo Touriñán, que no te los puedes explicar más que por la fuerza del mar, no la de un temporal normal sino muy fuerte. Son bloques que estaban en posición horizontal y ahora los vemos inclinados y estaban al borde del agua, con lo cual hay varios ejemplos en la costa. También encontramos en el fondo de la ría de Muros uno de estos tsunamis como penetró en el interior de la ría, en la zona de Abelleira, y produjo un relleno de una laguna costera con sedimentos que se acumularon encima de la laguna y que nos indican que hubo esta entrada. Seguro que los hay más al sur.
—¿Por ejemplo?
—Recuerdo que hace unos años aparecieron unos depósitos de suelo prehistórico, de bosque, en Mourisca, en la ría de Pontevedra, a veces en estos entornos es donde encontramos estas huellas de estos antiguos tsunamis. La mayor parte de los bosques que se formaron en la época de los romanos y antiguamente en los fondos de las rías ahora están cubiertos por arena. Nosotros pensamos que ha sido el viento el que ha impulsado las arenas de la costa encima de los bosques, pero también puede haberse dado el caso, aunque no tengo un registro de que haya sido uno, de estos tsunamis el que haya movido la arena hacia el interior. Es decir, no son huellas muy claras en todos los sitios porque la costa resiste bastante bien lo que sería un tsunami.
—Parece complicado descubrir esas pistas
—Son difíciles de distinguir, pero en algunos de estos casos se ven. Por ejemplo, en la costa al norte de Portugal, al otro lado de la raya mojada, son bloques de rocas que no aparecen en la costa y que los encontramos sobre la actual. Al principio los geólogos no sabíamos identificar de dónde venían porque no hay este tipo de roca aquí. Pues resultó que vienen de la plataforma continental, en un tsunami han tenido que ser impulsados hasta la costa y ahora aparecen allí.
—¿Se debería tener en cuenta la posibilidad de un tsunami por parte de las autoridades en la provincia?
—Sí, sí ahora se ha demostrado con el caso de La Palma, que se ha visto sorprendida y la gente no sabe lo que hacer. Lo que quiere decir es que las autoridades de Canarias y las de la Península son culpables de no haber tenido previsión para un fenómeno que se está anunciando todos los días. Y estoy seguro de que eso ocurre en toda Canarias. ¿Qué hay que hacer? Habría que tener un programa de cómo actuar en un momento determinado. En Galicia ocurre lo mismo. Tendríamos que tener un sistema de alerta en toda la costa o en lugares donde pudiese haber riesgos de tipo geológico y tener a la gente avisada, decirles lo que tiene que hacer. Por ejemplo, me refiero también a avisos de avenidas por los ríos, cuando llueve mucho y empiezan a descargar todas las presas a la vez. En su caso, a Pontevedra le llega todo el pescado vendido. Si le llega una avalancha de agua ¿qué haces en el Lérez? Tiene que haber un plan explícito y simulacros para que la gente esté perfectamente entrenada para saber, en caso de riesgos, lo que tiene que hacer o lo que no. Eso en países como Estados Unidos, en Hawái, tienen una señalización adecuada. Es mejor estar prevenidos porque la geología es así de caprichosa y no avisa, o cuando lo hace no se le hace caso.
—Algo se habrá mejorado con el paso de los años.
—Ahora se empieza a hacerse algo en cuanto a inundaciones. Empieza a haber algo de concienciación. Tiene que haber esa atención y la gente tiene que estar entrenada y los simulacros repetirlos para que se acuerden siempre. Por ejemplo, cuando hay un terremoto sabemos que hay que ponerse debajo de una mesa o del quicio de una puerta. Eso tiene que ser para todo.
—Ponte Caldelas y municipios próximos suelen registrar terremotos pequeños de forma reiterada. Desde el punto de vista sísmico, ¿como es la provincia de?
—En zonas continentales los sismos son molestos porque a la gente, aunque sepa que no va a haber un riesgo muy importante, siempre le molestan. De Ponte Caldelas llama la atención que la corteza ahí en la tierra está rota. El propio nombre del municipio quiere significar que hay un afloramiento de aguas calientes, termales, porque las grietas que hay son profundas, la lluvia y los ríos se meten en ellas, se calientan por el lado geotérmico y vuelven a salir en forma de fuentes termales. La corteza está rota y de vez en cuando se mueve. Por eso tenemos esa coincidencia de termalismo con focos de terremotos, que indican que existe esa actividad. Hay otra cosa importante que a veces se suele asociar y es la existencia de grandes presas. En la provincia de Pontevedra no hay grandes presas, normalmente se reserva para el interior de Galicia. Acumulan grandes cantidades de agua, que producen una carga sobre la corteza y cuando se vacían rápidamente como suele ocurrir al final del verano pueden producir una sismicidad inducida, de origen antrópico,. Desde el punto de vista sísmico no podemos decir que Pontevedra sea una zona peligrosa o complicada, porque la sismicidad continental no sería tan peligrosa como la ligada a tsunamis, que eso ya es otra cosa.
—¿Cómo valora la protección del patrimonio geológico?
—El principal problema que yo veo son las plantaciones eólicas, que son una barbaridad, porque para mí son una destrucción completa del paisaje, sobre todo ahora que nos están cayendo encima como antes las presas. Pontevedra es una provincia dentro de Galicia que tiene una riqueza en el tipo de piedra ornamental, que es el granito, que es muy importante y eso hace que los permisos de explotación sean muy frecuentes. Hay también un yacimiento de tierras raras en la Serra do Galiñeiro, que siempre existe el riesgo de que se quiera explotar. Los sistemas de terrazas del río Miño han sido totalmente destruidas y quizás en algún momento quizás debió haberse preservado al menos en parte. Son yacimientos geológicos, formaciones sedimentarias singulares con cientos de miles de años, pero bueno eso ya se ha destruido porque llegamos tarde. Afortunadamente la extracción de arena del mar o de las playas ya se ha parado.