«Un dos nosos rapaces, de dez anos, mándanos vídeos dos tanques diante da casa. Queremos sacalo de aí, pero é imposible»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Enrique Iglesias, con su mujer y la joven ucraniana que tiene acogida desde hace años en su casa.
Enrique Iglesias, con su mujer y la joven ucraniana que tiene acogida desde hace años en su casa. MONICA IRAGO

Enrique Iglesias preside el colectivo Nenos de Ucraína e Galicia y, con desesperación, busca cómo ayudar a los pequeños a los que muchas veces acogió en su hogar. Dice que ni siquiera logran mandarles ayuda económica

25 feb 2022 . Actualizado a las 18:26 h.

Enrique Iglesias es uno de los gallegos que lleva décadas implicado con Ucrania. Concretamente, con ayudar a niños en riesgo de exclusión en ese país. Lucense afincado en Santiago, cuenta que hace más de veinte años empezó a tener contacto con ucranianos que vivían en Galicia y, a partir de ahí, se volcó con la siempre difícil realidad de ese país. Adoptó allí a su hija hace dos décadas y, además, fundó un colectivo llamado Nenos de Ucraína e Galicia para traer hasta la comunidad gallega a rapaces que permanecen en internados (unos centros que se aproximan a orfanatos), aunque a veces tengan padres, que los llevan allí como solución a su precariedad económica. Desde que Rusia hizo estallar la guerra, su familia y otras de Galicia que acogieron a esos niños no sueltan el teléfono o Internet. Quieren saber cómo están esos críos que estuvieron en sus casas y que algunos todavía pasaron aquí la última Navidad. Lo que les van contando no es esperanzador: «Están moi asustados, e non me estrana», señala el presidente de esta asociación. 

Enrique Iglesias, a mayores de una hija natural de Ucrania, tiene acogida desde hace años en su casa a una joven procedente del norte de Ucrania, de una zona próxima a Bieolorrusia. Esta Navidad también vinieron a su casa, en Santiago, los hermanos pequeños de esta muchacha. Ayer, Enrique trababa de ponerse en contacto con ellos. Dice que residen en un lugar bien remoto llamado Okjramiievychi. Señala que para llegar allí «é toda unha odisea, é moi, moi complicado». Sin embargo, los tanques de guerra han llegado rápidamente a la aldea. Y, ayer, uno de esos niños que acogió en su casa se lo contaba a Enrique: «Un dos nosos rapaces, dez anos, mándanos vídeos dos tanques diante da casa. Non fala moito castelán, non conta moito. Pero nótaselle asustando, o cal é normal», señala

Que los tanques estén ya en ese pueblo le hace pensar a Enrique que «entraron por todas partes, a guerra está en todos os lados xa». Dice que tanto a el como a muchas otras familias gallegas les gustaría poder traer a los niños a los que han acogido y a otros a los que puedan ayudar, pero que no habrá oportunidad para hacerlo: «Claro que nos gustaría sacalo de aí, a ese rapaz e aos outros. As famiilas non deixan de chamar e a todos nos gustaría que puideran vir, pero agora mesmo é imposible. O aeroporto está pechado, hai toque de queda e sería unha tolemia meter aos rapaces nun autobús nun lugar que están bombardeando», indica Iglesias con impotencia. 

Dice que, por no lograr, desde el colectivo ni siquiera son capaces de mandar ayuda económica a las familias: «Os bancos están pechados e non hai maneira de facerlles chegar os cartos», indica. Es pesimista sobre la ayuda internacional que va a tener Ucrania, sobre todo para hacerle frente a la propia guerra. Y remacha: «Ucrania está sola».