Un camionero retenido en Pontevedra: «Me acuchillaron 20 veces una rueda y me amenazaron con quemar el transporte conmigo dentro»

PONTEVEDRA

Llegó desde Victoria para descargar y los piquetes le obligaron a dormir en el polígono de O Campiño. Aunque pasó la noche «con un ojo abierto y otro cerrado», de madrugada le sabotearon el vehículo
18 mar 2022 . Actualizado a las 16:15 h.Antonio Garrido, natural de Huelva y asalariado de una empresa de transportes, llegó el miércoles por la mañana al polígono de O Campiño, en Pontevedra. Había salido el día anterior con un cargamento de patatas congeladas desde Vitoria, donde su empresa tiene una plataforma. Aunque la huelga de transporte ya estaba en pleno auge, su empresa le dijo que siguiese trabajando y él hizo lo propio. Descargó sin problemas en Oviedo y A Coruña y pensó que tampoco le pondrían impedimento alguno para vaciar el camión en el polígono de O Campiño (Pontevedra). Pero no fue así. Tras bajar las patatas en una empresa del parque, cuando iba a abandonar el recinto se dio de bruces con un piquete. Dice que no hubo ni buenas palabras ni información alguna: «¿Piquete informativo? A mí me acuchillaron una rueda, me amenazaron y me coaccionaron para parar, me dijeron que o paraba o quemaban el camión conmigo dentro. A mí, que soy su compañero y que sufro todo lo que está pasando tanto como ellos», señaló.
Antonio dice que, tras un encontronazo desagradable con los miembros del piquete, no le quedó más remedio que aparcar en el polígono industrial, donde ya había más de una decena de camioneros en su misma situación. Eso ocurrió el miércoles por la mañana. Su esperanza era que a lo largo del día pudiese continuar su ruta. Pero el piquete se mantuvo activo a lo largo de toda la jornada. Así que la noche le pilló en el propio parque industrial, donde a última hora ya había al menos una treintena de camioneros que habían sido parados a lo largo de toda la jornada. Dice que todos durmieron en los camiones por miedo a un sabotaje. «Dormí con un ojo abierto y otro cerrado», señala. Pero de poco le sirvió. Sobre las cuatro de la mañana, alguien le saboteó el camión. «Yo no me di cuenta, pero un compañero sí que sintió algo. Vinieron e hicieron mucho daño. Yo pensé que a mi transporte no le habían tocado. Pero ya por el día me di cuenta de que no solo me pincharon la rueda, sino que se preocuparon de darle al menos veinte cuchilladas. Me parece, realmente, un acto de sinvergüencería».
Antonio cree que los piquetes se están equivocando de enemigo. Dice que «el problema está en la Moncloa, es allí donde hay que protestar». Él, como muchos otros transportistas, está de acuerdo con el fondo de la protesta, cree que sobran los motivos «para que la nación se eche a la calle», pero no entiende la forma en la que se están haciendo las cosas. «El problema está en la Moncloa y si está en la Moncloa no se va a solucionar saboteando a compañeros», indica. Cree que el papel del Gobierno para solventar la huelga está siendo nefasto. Habla así cuando, por fin, está llegando a Huelva, su lugar de origen. Ayer, en un momento de la tarde en la que se disolvió el piquete, logró salir del polígono de O Campiño después de que un taller acudiese a repararle la rueda saboteada. Llevaba día y medio parado en Pontevedra, y aún así cree que fue de los que tuvo suerte: «A otros les rompieron el tanque del gasoil, los manguitos o le pincharon todas las ruedas», señala ya casi desde tierras andaluzas.