«Mi abuela siempre decía que el pueblo prefería a los nazis antes que la violencia sin medida de los rusos»

PONTEVEDRA

Karina Kovalchuk no quiere que el horror que vivió su familia se repita ahora en Ucrania. Su abuela y su madre huyeron de la ocupación alemana gracias a Cruz Roja Internacional
07 abr 2022 . Actualizado a las 09:50 h.A Karina Kovalchuk Podelsky le cuesta contener las lágrimas. Desde el pasado 24 de febrero, un dolor que creía dormido, se despertó y trajo al presente el sufrimiento de una familia marcada por la Segunda Guerra Mundial. Aquello que su abuela Modesta le contó, teme que se repita. Es otra guerra en Europa. La siente casi como propia. Ella vive en Pontevedra, es una emigrante de Argentina con educación eslava.
En Ucrania viven familiares a los que no localiza. Tiene la esperanza de que hayan podido cruzar la frontera polaca. Karina lo explica con un mapa de Ucrania en la pantalla de su ordenador para mostrar donde están sus orígenes. Pero para entender el dolor que siente, hay que volver casi siete décadas atrás, cuando su abuela Modesta, con 24 años, y su madre, María, de apenas dos, embarcaron rumbo a Buenos Aires. «Mi abuela siempre me decía que el pueblo prefería a los nazis antes que la violencia sin medida de los rusos», recuerda Karina con una frase que es capaz de poner en contexto lo que está pasando en Europa: «Mi madre es fruto de una violación que sufrió mi abuela por parte de los nazis». Modesta aguantó ese dolor hasta que Karina cumplió 20 años y le contó los detalles de un pasado que sigue doliendo. «La familia de mi abuela vivía en Ucrania, era hija de arquitectos. Un día se subió a un tren para ir a visitar a una amiga y sus padres, mis bisabuelos, nunca más la volvieron a ver», explica.
Los nazis asaltaron ese tren y se la llevaron a Alemania hasta que en 1948 pudo salir de Europa gracias a Cruz Roja Internacional. «Ahora ves que eso puede pasar», señala Karina rodeada de los pasaportes de sus familiares y de una web en la que logró más información sobre cómo llegaron al otro lado del Atlántico. Y es que la Segunda Guerra Mundial repartió a esta familia por todo el mundo. Tiene raíces en Paraguay, Australia, Estados Unidos y Ucrania.
María Podelsky conoció allí al padre de Karina, Víctor Kovalchuk, y vivieron durante años en la comunidad eslava de Buenos Aires. «Yo me crie en un ambiente muy ortodoxo, ahora veo como en los campos de refugiados les dan eso que nosotros hacíamos, los vareniki y el borsh», reconoce con dolor. Todo ese sufrimiento la convirtió en una mujer fuerte, pero sobre todo en una mujer solidaria. «No siento rencor, hasta de las cosas más terribles intento extraer algo positivo», comenta Karina, que años más tarde perdió a un hermano con 15 años.

Campaña solidaria
Esta ucraniana de corazón argentino afincada en Pontevedra siente que tiene que ayudar. Y lo hace con una campaña de recogida solidaria para enviar a Ucrania. La impulsó por su cuenta y en colaboración con Acuña y Fundaciones Rey enviaron un primer camión de mercancía al Este de Europa. Desde hace semanas recoge en el número 5 de la avenida Reina Victoria todo el material que se quiera donar. Un listado con los productos que se necesitan cuelga de la puerta de una tienda que durante años fue El ratoncito Pérez. «La propietaria nos cedió el bajo para hacer el acopio de material, se portó de maravilla», reconoce Kovalchuk, que cree que España es un país muy solidario.
Está feliz de intentar ayudar, pero quiere que se haga de forma organizada. Con la experiencia de su familia, sabe que es fundamental que las oenegés gestionen a los refugiados. «Es la única forma de que todas esas personas estén registradas, como pasó con la salida de Europa de mi madre y mi abuela», explica. Desde que inició la recogida, ha contado con el apoyo de vecinos que se acercaron para ayudar, de alumnos del Sánchez Cantón y hasta José Luis Vilanova le envío furgonetas de Vilanova Peña para trasladar a Fundiciones Rey todo el material que habían acumulado. «Esta tarde (por ayer) partirá hacia Ucrania», comenta Karina.
Tenía pensado parar la recogida, pero desde Fundaciones Rey me dijeron que era mejor seguir. «La ayuda está bajando y la guerra continúa. No hace falta más ropa, pero sí necesitamos comida porque se come cinco veces al día, y medicamentos», añade este mujer que se vino a Pontevedra por amor después dirigir hoteles en el Caribe y que todavía se emociona cuando ve la foto de su madre como salvapantallas del ordenador.