El adiós de Sasha, el ruso más gallego que quiere regresar a Moscú para ser enterrado junto a su madre

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Alexander Kachelaev perdió tres hermanos en la Segunda Guerra Mundial y salió adelante como entrenador de lucha en la antigua Unión Soviética. Hace tres décadas llegó a Galicia, donde falleció el pasado viernes

31 oct 2022 . Actualizado a las 20:32 h.

Alexander Kachelaev era el ruso más gallego. Nunca perdió el acento de su Moscú natal, a donde quería regresar el día que falleciese. Este entrenador de lucha tan serio como bonachón vivía en Sanxenxo, pero su corazón seguía siendo igual de ruso que  cuando nació en un Moscú de penurias tras las Segunda Guerra Mundial. Sus tres hermanos fallecieron durante la contienda y su padre lo haría poco después, lo que unió aún más a Sasha, como lo llaman sus allegados, con su madre. Juntos se sobrepusieron a las duras condiciones de vida de la extinta Unión Soviética y se formó como entrenador de lucha. Ese fue su billete para prosperar en la vida y ayudar a su familia a salir adelante. Con los años se convirtió en el responsable de la selección de combate y halterofilia de la URSS y formó parte del comité organizador de los Juegos de Moscú en 1980. 

Un día de hace casi tres décadas la Federación Gallega de Loita lo llamó para que formase a la cantera autonómica. Ni la distancia, ni el idioma, ni tan siquiera emprender una nueva vida echó para atrás a Sasha, que se plantó en Galicia para convertirse en uno más. Su aspecto serio escondía detrás un hombre bueno que vivió trabajando hasta los 75 años. En la última entrevista en La Voz de Galicia, en marzo del 2021, reconocía que le sobraba energía para seguir yendo cada día a entrenar al Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD). Su mujer y su hijo seguían viviendo en Moscú, a donde iba con cierta frecuencia, pero Sanxenxo era su otra casa, su refugio gallego. El destino quiso que su mujer, Tatiana Kachelaeva, estuviese aquí desde la pandemia. Ella iba a pasar unas semanas antes de la pandemia y su vuelo de regreso fue uno de los primeros que se cancelaron cuando se confinó a la población.

Desde entonces vivieron en su casa de Sanxenxo con la única intención de regresar a Moscú cuanto antes. «Se jubiló este año y al poco tiempo le detectaron un sarcoma, con la guerra en Ucrania ya no pudo regresar», explica uno de sus allegados. Tatiana y Sasha lo intentaron por todos los medios. Buscaban un vuelo a Finlandia para intentar regresar a Rusia. Querían volver a vivir en su país. Su plan era que su hijo los fuese a recoger a la frontera, pero se cerraron y ya no pudo cruzarla. Su familia y amigos de Pontevedra están agilizando la documentación para que sus cenizas descansen en el panteón familiar junto a las de su madre. Era su deseo, de las pocas cosas que pidió a los que lo rodeaban.

Sasha intentó mantenerse en forma durante los meses de la quimioterapia para poder asistir al Mundial de lucha de Pontevedra. La enfermedad empeoró y hace una semana lo ingresaron en el Clínico de Santiago. Falleció el pasado viernes por un tumor óseo que le diagnosticaron poco antes del verano y contra el que peleó con una disciplina rusa. Ni siquiera pudo asistir al Mundial de Lucha que ayudó a preparar como miembro del comité organizador. Pero su legado es infinito. La lucha sin él no se entendería en Galicia. Decenas de deportistas se formaron con él y al conocer su muerte acudieron al hospital de Santiago para despedirlo. Kachelaev deja un enorme pesar entre sus alumnos y amigos, además de una forma de expresarse que le hacían único. «La culpa de que hablase poco español es que nosotros nos adaptamos a él y hablábamos como los indios», recuerda con cariño, Pablo Pintos, miembro de la Federación Galega de Loita, y un apoyo para Sasha en su vida gallega. Sus cenizas buscan ahora regresar junto a su madre en Moscú.