Pepón Nieto, actor en «¡Ay, Carmela!»: «Hay todavía mucha gente en las cunetas»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARCOS GONZÁLEZ

El actor remarca que «es necesario dignificar a los que murieron»

29 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Con sesiones programadas el 30 de noviembre en el Teatro Afundación de Vigo y el 1 de diciembre en el auditorio de Afundación en Pontevedra, Pepón Nieto (Marbella, 1967) y María Adánez se subirá al escenario con ¡Ay, Carmela! «Hemos estrenado hace muy poquito, a principio de mes en Toledo. Hemos estado en Zuera, Santurce, Zaragoza... Nos pilláis, como dice mi compañera María Adánez, con el bollo a medio hacer. Está medio cocido, muy blandito, pero estamos muy felices de ver la reacción del público, cómo disfruta de la función, cómo empatiza con los personajes, cómo realmente se implica en la historia que estamos contando, que es una historia muy fuerte, muy emocional y muy bonita. Por momentos, muy divertida, pero, a veces, también muy dura», remarca Pepón Nieto.

—Eso es lo que estaba pensando, que es un historia muy dura con toques de comedia que ayuda a rebajar esa intensidad.

—Sí, creo que sí. Es fundamental. La función está muy bien escrita y es de una belleza poética enorme. Está totalmente medida y te deja esa sonrisa que mantienes con esos dos personajes, que son muy bonitos, y, de repente, se te queda helada por la situación que describe, de lo que es una guerra, de lo que es el miedo, el terror, el peligro, la muerte, la culpa... Toca un montón de cosas y te deja con la sonrisa helada. Es un función de pellizcos, de muchos pellizcos. Es muy emocionante para el público, pero también para nosotros.

—Y todo desde el punto de vista de una compañía de teatro pequeña en plena Guerra Civil.

—La función habla también de eso, de la dignidad de la actor, de la dignidad del ser humano y de como perdemos la dignidad por salvar la vida. Pero creo que el mensaje más importante que tiene la función y lo que escribe [José] Sanchis Sinisterra es hablar del recuerdo, de la necesidad de no olvidar, de hacer memoria para no repetir lo que ha pasado. Si el pasado se olvida, el presente nos puede llevar a un futuro terrible.

—El problema es que parece que muchos se están olvidando del pasado.

—¡Claro! Por eso es tan oportuna la función. Habla de la memoria histórica, que cuando Sanchis Sinisterra escribió la función no existía ese concepto casi institucional de lo que es la memoria histórica, que hay una ley, incluso, y que habla de la necesidad de no perder la memoria. Fuimos generosos en la Transición para cerrar heridas, mirar hacia delante, pero es necesario dignificar a los que murieron, a los que se debe dar un entierro digno y no dejarlos en las cunetas. Hay todavía mucha gente en las cunetas.

—Muchos asocian «¡Ay, Carmela!» con la película y la pareja formada por Carmen Maura y Andrés Pajares. En su caso, ¿fue alargada la sombra de Pajares?

—Justo me hablas de Andrés Pajares y Carmen Maura que hacen una película maravillosa con guion de Rafael Azcona, pero, aunque está basada en la obra de teatro, no tiene mucho que ver con ella. Tiene que ver en cuanto a la peripecia que viven los dos personajes, pero creo que la obra de teatro habla desde otro sitio, tiene otra profundidad, los personajes están en otra parte. El ¡Ay, Carmela! de la película de Carlos Saura, que es estupenda y a mí me emocionó muchísimo en su día, habla de lo que les pasa a los personajes, pero no de lo que pasa en la función de teatro. Para mí es mucho más referente la pareja que formaron José Luis Gómez y Verónica Forqué, pero no lo veo como una sombra alargada. Me acuerdo que cuando María Adánez me ofreció hacerla sí que me pregunté qué nuevo puedo hacer yo, qué puedo aportar que no hayan hecho actores maravillosos como José Luis Gómez, Juan Diego, Manuel Galiana y tantos otros. Pero luego me he dado cuenta de que el Paulino que hago es el único que puedo hacer yo y que ningún otro compañero va a hacer el Paulino que yo hago. Yo le doy mi emoción, mi verdad y mi profundidad. Esa duda que tenía se me ha quitado.

—¿Qué fue lo más complejo a la hora de ponerse en la piel de Paulino?

—Lo más complicado... Es una función de dos, por lo que es muy intensa de hacer y hay que tirarse al charco. No hay nada que pueda decir que ha sido más complicado que otra cosa, pero, desde luego, no es un camino fácil interpretar a Paulino. El personaje transita por muchos sitios y uno tiene que estar completamente abierto a quedarse vacío durante la función y no quedarse nada para uno mismo. Intento poner todo lo que tengo delante de Paulino para que el personaje le llegue al público.