«Ya descansaremos cuando nos muramos»: la residencia de Pontevedra que denunció su soledad vive ahora de concierto en concierto

La vida ha dado un giro de 180 grados en la residencia de mayores pública de Pontevedra; ese centro que se hizo famoso en Navidad porque su director, Juanjo López, primero y los propios mayores después denunciaron la soledad obligada que sufrían por falta de visitas de familiares. Ellos pidieron que se les enviasen cartas para felicitarles la Navidad y recibieron una ola de solidaridad sin precedentes. Además de miles de misivas y todo tipo de regalos, decenas de artistas comenzaron a ofrecerse para actuar en la residencia y hacerles más amenas las jornadas. Han pasado dos meses desde entonces y ese compromiso con los mayores de la residencia se mantiene. Su agenda, actualmente, «es una auténtica locura», como dice con emoción Juanjo López, que se reconoce felizmente agotado.

Lo ocurrido en este martes de entroido es el mejor termómetro para ver cómo funcionan las cosas ahora en la residencia. Por la mañana, ataviados con disfraces de cartas de la baraja hechos con bolsas de plástico de colorines, los mayores se dieron cita en el salón de actos para asistir a la actuación de Canta nas Croas, reyes de los cantos de taberna y uno de esos grupos cuyos componentes llevan la fiesta dentro. Sonaron allí letras que activaron la palanca de la nostalgia, pero también las ganas de lanzar unos buenos aturuxos y arrancarse a cantar. Sonaron los Catro vellos mariñeros y se escuchó esa de «lévame, lévame, lévame, lévame a beira do mar». Hubo juerga importante y al final a los doce músicos del escenario con sus correspondientes gaitas, panderos y guitarras se sumaron un buen número de gargantas más. 

Pero, como descansar es ya un verbo que no se conjuga en la residencia, para la tarde del martes de entroido está previsto más jolgorio. Van a recibir a Os Chispas, otros artistas de la música popular gallega. Seguramente, no va a faltar nuevamente quien les haga los coros. Bailar está algo más difícil a cuenta de los achaques, pero todo es posible. 

Juanjo López, el director y el mismo hombre que en Navidad le gritaba a la sociedad que había dejado de querer a sus mayores y que los fines de semana no había hijos y nietos que acudiesen de visita, señala que las cosas han cambiado bastante, y para bien. «Lo que hicimos supuso un antes y un después. Muchas más familias vienen de visita y la gente no para de ofrecernos actuaciones. Podríamos tener dos al día, con todos los ofrecimientos que tenemos. La verdad es que todo esto está siendo impresionante. Yo mismo estoy agotado, pero me encanta. Les digo a todos ellos que cuando nos muramos ya descansaremos, ahora nos toca vivir».  

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