
Los cinco concejales socialistas serán quienes determinen si se aprueba un presupuesto municipal o ponen al alcalde a merced de una moción de confianza
01 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La política se mueve con escenarios previsibles, pero también con otros imprevistos. A veces, los acontecimientos devienen en situaciones inesperadas que desembocan en resultados inesperados. Algo de esto nos está ocurriendo en la escena local. Como se puede comprobar una vez superada la barrera psicológica de los primeros cien días del nuevo mandato.
La decisión del electorado pontevedrés, ocurrida el pasado 28 de mayo, castigó al BNG a perder representación. Convirtió al PSOE, con 5 concejales en el fiel de la balanza y otorgó al Partido Popular la condición de lista más votada con 11 concejales, aunque sin la mayoría necesaria para gobernar. Días después de las elecciones, el pacto a nivel gallego entre nacionalistas y socialistas, blindó a alcaldes como Miguel Anxo Fernández Lores para conseguir un séptimo mandato que, en caso contrario, jamás habría alcanzado.
Pero una cosa es consumar la investidura y otra muy diferente, gobernar de modo efectivo. En la ciudad de Pontevedra tenemos, desde entonces, un gobierno municipal débil, en minoría, que, sin embargo, se comporta como si fuera el calvo del anuncio de Don Limpio. Van de sobrados. Pero no es verdad. Es una ficción. Tanto por aritmética como por incapacidad de interlocución, Miguel Anxo Fernández Lores y sus 8 concejales están muy en precario. A merced de lo que decidan los 16 miembros restantes de la corporación municipal, como ya hemos podido comprobar en un par de sesiones plenarias.
A Lores y los suyos solo les queda el recurso de acogerse a las prerrogativas de la Ley de Grandes Ciudades y a informes jurídicos al dente, como el recientemente suscrito por el secretario municipal, para intentar capear su débil condición. Pero son cortinas de humo. Aunque, de puertas afuera, se comporten como sus adorados Astérix, Obélix y demás personajes de la invencible aldea gala, lamentablemente para Lórix y los suyos, la vida real está muy lejos de la ficción de un cómic. No tienen poción mágica. Y hoy en día en el Concello de Pontevedra, la aplastante realidad evidencia que tenemos un gobierno muy precario.
Más Lores, menos equipo
Los primeros cien días del séptimo mandato de Lores acreditan que el fracaso electoral del 28M ha obligado al propio alcalde a multiplicarse en la acción mediática ante la paupérrima aportación de otros miembros de su gabinete y a la vista de que solo él retiene una cierta dosis de credibilidad ante la opinión pública. De modo que Fernández Lores ha tenido que asumir en su séptimo mandato como alcalde, también las tareas de portavoz del gabinete, concejal de Deportes, responsable de Tráfico y jefe de prensa del Concello. Muy penoso para quien a los 69 años de edad debería tener un rol más presidencialista y menos de currito.
En estos cien días transcurridos, hemos visto y oído a Fernández Lores multiplicarse saliendo en ruedas de prensa cada viernes después de las juntas de gobierno, comparecer varias veces más cada semana por diversos motivos y, en suma, suplir informativamente las carencias del resto de su ¿equipo?
Todo ello con el propósito de corregir aquello que el electorado castigó con la pérdida de 3.500 votos y dos actas menos en la corporación hasta llevarle a la actual precariedad en la que se atopa.
Ese retroceso junto a la pérdida de la Diputación Provincial cuyo control ahora está en manos del PP, han menoscabado la capacidad de maniobra y acceso a recursos económicos del gobierno de Lores quien ya no tiene al incombustible César Mosquera situado en la vicepresidencia del organismo provincial, con acceso a las palancas que antes podía manejar.
La drástica revisión del proyecto de Santa Clara y la remoción de cargos en el Museo de Pontevedra, decidida por Rafa Domínguez y el nuevo equipo de gobierno en Diputación, resulta muy indicativa del «nuevo tiempo».
A merced del PSOE
Por más que le fastidie a Lores y al BNG, el resultado del 28M les ha puesto a los pies de los caballos. Tanto para la continuidad de su precario gobierno como para la suerte futura de este séptimo mandato del político de Vilalonga. Si Lores quiere sacar adelante un presupuesto municipal para 2024 deberá pactar con PP y/o con el PSOE. La hipótesis más creíble sería que negociase y acordase con Iván Puentes, aunque la distancia actual entre nacionalistas y socialistas es enorme.
Lo escribí días después del 28M y me ratifico en ello: a este PSOE no le interesa volver a consolidar un gobierno de Lores mediante un pacto de gobierno que termine convirtiéndose en ácido sulfúrico contra los propios socialistas. Como ya les ha pasado en mandatos anteriores. Ya les pasó que al final parece que solo Lores y los suyos gobernaban y los del PSOE, quedaban reducidos a meros comparsas.
De modo que son los 5 concejales socialistas quienes tienen las llaves de la continuidad del actual gabinete de Lores y de la suerte futura del propio alcalde. Si a finales de año lleva a pleno un proyecto de presupuesto municipal para 2024 y es derrotado por la oposición mayoritaria, a Lores solo le quedaría someterse a una moción de confianza. Es decir, poner su cargo a disposición de la corporación. El PP estaría a la expectativa, pero quien tendría la capacidad de inclinar la balanza serán siempre los 5 votos del PSOE.