La odisea del profe Rúas en tren de Ourense a Pontevedra: sale a las 7.55 y llega al campus casi a las 11.00 tras pelear con lo imposible

PONTEVEDRA

Señala que «os abonos gratuitos son unha revolución, pero Renfe non está preparada» y reclama que no se entienda como dos trayectos el viaje desde la ciudad ourensana al sur gallego y haya conexiones
01 dic 2023 . Actualizado a las 10:16 h.Si el movimiento se demuestra andando, la aventura que supone viajar actualmente con Renfe en Galicia se evidencia en cualquier viaje que uno elija. Da igual el día. O la hora. Siempre suele pasar algo, un retraso o cualquier otro contratiempo que está fuera del guion. Si un trayecto ya implica una odisea, encadenar dos por la mañana y sumar otro par a media tarde da ya para todo un anecdotario. Es el que ya acumula el profesor Xosé Rúas. Él es de Ourense («OTV, ourensano de toda la vida», señala entre risas) y cuatro días a la semana viaja desde la ciudad de As Burgas a Pontevedra en tren. Lo hace a raíz de los abonos gratuitos, porque antes no le salía a cuenta y cubría el trayecto por carretera. Llega a invertir más de tres horas para completar todo su recorrido.
Aunque sus horarios son variables, el día de la entrevista sale de su casa a las 7.30 horas y el reloj acaricia las 11.00 cuando por fin llega a trabajar en el campus de Pontevedra. ¿Le compensa? «Si, o dos abonos gratuitos é unha revolución. O que pasa é que, como sempre sucede, as revolucións implican un certo descontrol. E, neste caso, eu o que detecto é que Renfe non está preparada para asumir que a xente utilice o tren de forma masiva. De aí que os usuarios esteamos sufrindo tantos problemas». A partir de ahí, narra cómo es su viaje un día cualquiera no sin antes hacer una reivindicación previa: «Os viaxeiros de Ourense cara o sur de Galicia, sexa Vilagarcía, Pontevedra ou Vigo temos que mercar dous abonos, un ata Santiago e o outro dende Compostela ata o teu destino, porque Renfe entende que facemos dous traxectos distintos. En cambio, se vas cara a A Coruña é un só. Isto é algo incomprensible e inxusto».
El lunes 27 de noviembre, Xosé Rúas sale de casa a las 7.30 horas para llegar a la estación de Ourense y coger el tren con destino a Santiago que arranca a las 7.55 horas y llega a las 8.33 horas a Santiago. Son 38 minutos viajando y, ese día, no sufre más que un minuto o dos de retraso, así que puede estar contento. Pero nada más llegar a la terminal compostelana choca con la evidencia de que en Galicia todavía queda muy lejos eso de que haya enlaces entre unos trenes y otros. Porque él tiene que seguir su rumbo hacia Pontevedra y el ferrocarril que parte hacia la ciudad del Lérez sale justo a las 8.28 minutos. Es decir, por cinco minutos no puede cogerlo. La impotencia que le genera esta situación es tal que incluso ha preguntado por el asunto en la estación de Ourense: «O mellor de todo é que me explicaron que o tren no que veño parte de Ourense, que podería saír cinco minutos antes sen problema ningún. Pero por algún motivo non o fai e polo tanto non podes coller o que te leva ao sur de Galicia de forma inmediata, tes que esperar ao seguinte». Así que no le queda otra que respirar, tomar asiento en la estación de Santiago y esperar que llegue el tren de las 9.28. Casi una hora sin hacer nada en la estación. ¿Por qué no coge alguna de las frecuencias que sí facilitan el enlace con el sur gallego? «Porque apenas hai no día. E son horarios inviables para poder facer a xornada laboral».
A esa hora, a las 9.28, debería subirse ya a un tren del Eje Atlántico, pero el día de la entrevista (y bastantes más) el ferrocarril lleva unos diez minutos de retraso. Así que finalmente el reloj pasa ya de las 9.35 cuando se monta en el convoy camino del sur de Galicia. El ferrocarril para en Vilagarcía y posteriormente se encamina ya hacia Pontevedra. Debería estar en la ciudad del Lérez a las 10.04. Pero ese día (y bastantes más) llega a las 10.17 horas. Y esa es otra faena. ¿Por qué? Porque, en este otoño de lluvia continua, necesita coger el autobús urbano para ir desde la estación de tren al campus universitario, donde da clases en la Facultade de Comunicación de Pontevedra. Pero el autocar, ¡oh, sorpresa!, salió para el campus justo tres minutos antes de que él desembarcase del tren. Si el ferrocarril hubiese llegado en hora, habría cogido el autobús. Pero no pudo ser. Así que, para evitar esperar al siguiente, abre el paraguas y decide ir a pie hasta el campus de Pontevedra. Próximo a la zona universitaria hay un apeadero de Renfe, pero apenas hay trenes que paren allí. Todo ello hace que cuando llegue a trabajar sean ya más cerca de las once que las diez y que lleve ya más de tres horas fuera de casa sin haber podido pisar todavía el campus universitario.
¿La vuelta? Otra odisea. Si tiene suerte y sus horarios laborales se adaptan a algunos de los trenes con los que puede tomar enlace hacia Ourense, la cosa no va mal. De lo contrario, que es lo más habitual, otra vez viajará con el corazón en un puño pensando en si llegará a tiempo a Santiago para coger la frecuencia más próxima en el tiempo hacia Ourense o si le tocará volver a esperar. Ya le pasó varias veces que por culpa de retrasos en el Eje Atlántico no llegó a tiempo de enlazar con el ferrocarril que lo lleva desde Compostela a casa. El mayor riesgo, indica Xosé Rúas, es si quiere exprimir al máximo su estancia en Pontevedra. Puede coger un tren en Pontevedra que tiene su llegada a Santiago para las 20.16. Pero el último ferrocarril que parte para Ourense sale a las 20.18 horas. En dos minutos le daría tiempo al transbordo, pero la puntualidad de Renfe tendría que ser total. Y, eso, señala él, «agora mesmo é imposible, porque non recalcularon os tempos tras os abonos gratuítos e antes como había poucos usuarios a xente subía e baixaba rápido, agora tárdase máis minutos, así que un pouquiño de retraso non hai quen cho quite, e iso xa adoita facer que non che dea tempo a coller o seguinte tren». El caso es que si falla ese enlace tiene que dormir en Santiago porque ya no hay más transportes hacia su ciudad: «Así que non te podes arriscar a iso. E tes que coller o anterior dende Pontevedra e botar outra vez unha hora esperando na estación». Así, día tras día.
Exige mejoras y señala con el dedo a los problemas a los que cree que Renfe debería atender. Pero insiste en que prefiere seguir abonado al tren que volver al infierno del coche, donde también le tocaba sufrir, puesto que la carretera nacional de Ourense a Pontevedra «é tamén tremenda». Solo volverá al automóvil si terminados los abonos gratuitos las tarifas vuelven a tener los precios de antaño: «Se me sae por 300 euros, que era o que me custaría antes, entón plantexareime volver usar o coche, mentres tanto non», concluye.