Mercé Alegría y las tradiciones esotéricas del juego de la oca

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Esta vecina de A Lama lleva nueve años investigando sobre el popular juego

04 jun 2024 . Actualizado a las 17:08 h.

En Trece ocas, libro que presenta este lunes en el Liceo Casino de Pontevedra (20 h.), Mercé Alegría ha novelado sus nueve años de investigación sobre la historia y el simbolismo del juego de la oca, un juego presente en casi todas las casas y que fue objeto de una investigación que inicio en Cataluña y terminó en A Lama. «Descubrí que había un mensaje simbólico ahí escrito para descifrar entonces, pues dije. Y me dije, ‘voy a ponerlo en un libro', lo que no me imaginaba es que iba a venir una novela», apunta quien, oriunda de Rubí, en el cinturón de Barcelona, reside en la actualidad en Cabalar, un pueblo de apenas media docena de vecinos.

«Ya de pequeña tenía la sospecha de que había algo más allí», algo que pudo confirmar, años después, cuando «me ofrecieron la oportunidad de dar una charla en la Sociedad Teosófica de Rubí». Fue entonces cuando se puso a investigar realizando unos descubrimientos que transitaron en paralelo con la escritura del libro y el desarrollo de herramientas para el autoconocimiento.

Y todo ello pivotando en torno a la pregunta de «qué pasa si hacemos una partida y nos fijamos en qué casilla caemos sabiendo el significado de cada una de ellas. Cada símbolo no está ahí por casualidad. Están todas situadas en un sitio concreto, hay un número concreto de ocas en el recorrido, trece en el camino y la catorce del jardín, la casilla central», matiza aludiendo al hecho de que ya el mismo trece es un número muy especial.

Número de la transformación

«Es el número de la transformación. A nivel simbólico habla de un cambio porque es doce más uno, doce es un ciclo completo, son los meses del año, los signos del zodíaco, por lo que el trece es el nuevo ciclo que empieza», añade. En este punto, recuerda que en el Tarot se le relaciona con el arcano de la muerte, una muerte que «no es un final, sino que es una regeneración y una transformación y el mismo significado tiene el trece en el juego de la oca», remarca Mercé Alegría.

CAPOTILLO

De hecho, al juego de la oca también se le ha relacionado con el Camiño de Santiago, que «es una de las cuestiones que más literatura ha generado», reconoce, si bien matiza que «ahí nos movemos ya en el campo de las hipótesis (...). Hay quien dice que el juego de la oca es un mapa iniciático del Camiño de Santiago (...), que detrás de esto estarían los templarios que siempre vienen bien para todo».

Lo que sí está contrastado es que el primer documento que existe sobre el juego de la oca «habla que fue un regalo que le hizo Francisco I de Medici a Felipe II de España (...). Era algo nuevo y, desde luego, su aspecto es muy renacentista». Mercé Alegría, a la vista de su simbolismo, no se creyó que fuera «un simple juego divertido para cortesanos aburridos», por lo que decidió indagar en ambos protagonistas. Y resulta que Francisco I fue conocido como el príncipe alquimista —«como gobernante fue tan malo que se rumorea que su hermana lo mató»—, mientras que a Felipe II «le interesaba mucho estos temas»

La autora de Trece ocas compara este juego con «un libro mudo como son los libros de alquimia, donde muchas veces hay dibujos que hay que interpretar».

Pero, ¿por qué la oca? Esto, en opinión de Alegría, esta vinculad a dos cuestiones. Por un lado, «porque al lenguaje simbólico se le llama también el lenguaje de los pájaros» y, por otro, porque la oca es un animal sagrado para muchas culturas, desde los egipcios hasta los celtas, sin olvidar los hindúes y otras culturas. En todas ellas, «tienen, más o menos, el mismo significado, animales que transportan las almas de los difuntos al otro mundo o animales que viajan entre la dimensión de los dioses y la dimensión de los humanos».

De este modo, el juego de la oca «recoge muchas tradiciones esotéricas». En el caso de Mercé Alegría si se tiene que quedar con uno de sus símbolos, este sería el del laberinto.

Además de escribir Trece ocas, desde Cabalar organiza partidas por internet que denomina partidas conscientes porque «ponemos la consciencia en los movimientos. Ya llevo ocho o nueve años haciéndolas y es asombroso ver cómo esos movimientos no se hablan. Cuando pasé mis primeros apuntes a limpio lo que me vinieron fueron preguntas a partir de cada símbolo. A mí me gusta más ofrecer preguntas que respuestas, porque las respuesta les tenemos que ir a encontrar dentro de nosotros y, de hecho, ese es uno de los mensajes que nos da el juego de la oca. Es una espiral que gira hacia dentro».

También realiza talleres vivenciales donde «revivimos o damos vida a cada uno de los importantes símbolos que encontramos, como los puentes, el pozo».

Quien se adentre en Trece ocas no espere encontrarse todo lo que el juego de la oca puede dar de sí, ya que como señala su autora, todo no cabe en el libro. «Hago un taller online donde explico el máximo de todo lo que he recuperado, pero dura 64 días», concluye.