La presión vecinal logra desalojar a los okupas de una casa en Combarro
PONTEVEDRA
La mediación del alcalde Ángel Moldes, así como de la Guardia Civil, fue crucial para lograr este rápido desenlace
14 ene 2025 . Actualizado a las 20:13 h.Ocurrió este pasado fin de semana. Vecinos del entorno de la Avenida da Cruz, nombre que recibe la PO-308 a su paso por Combarro, observaron como el viernes, en torno a las 22 horas, una pareja okupaba una vivienda que, propiedad del Sareb, está valorada en cerca de un cuarto de millón de euros.
Esta tarde, en torno a las 18 horas, la pareja abandonaba voluntariamente la vivienda. La decisión la tomaron en el marco de una concentración vecinal convocada a las puertas de la casa en la que participaron medio centenar de personas, que se movilizaron para mostrar su rechazo a la presencia de ambos okupas.
Las fuentes consultadas destacaron que la mediación del alcalde Ángel Moldes, quien salió de la propiedad entre abrazos de los vecinos, así como de la Guardia Civil, fue crucial para que se alcanzase este desenlace. De este modo, la pareja abandonó la propiedad en un taxi después de que, horas antes de la concentración, la grúa municipal se hubiese llevado el coche de la pareja, un Opel Zafira, después de ser inmovilizado por la Policía Local por carecer de seguro.
Los días previos
Ya el sábado por la mañana, la Policía Local de Poio procedió a la identificación de una mujer que, desde el interior de la vivienda y a través del cristal de una ventana, les mostró el DNI. Horas después se logró localizar a la otra persona que permanecía en el interior de esta propiedad sin autorización de sus titulares.
Los agentes municipales, de igual modo, pudieron comprobar que, tras acceder a la casa, cambiaron todos los bombines de las puertas, al tiempo que se negaban a abandonarla. Esta situación ha determinado que inicien diligencias para informar al juzgado de la ocupación ilegal, en el marco de los cuales se tomó declaración a una vecina de la zona.
Además del alcalde Ángel Moldes (PP), el partido Movemento x Poio trasladó su apoyo y solidaridad con los residentes de esta zona de Combarro.
«Un año durmiendo en una furgoneta»
«He estado un año entero durmiendo en la furgoneta. Estuve bien. Estuve trabajando. Tuve trabajo, tenía casa, tenía de todo, pero me quedé sin trabajo porque este hombro -señala el derecho con su mano izquierda- no lo puedo mover. Mi marido trabaja de cestero, hace cestos, y yo vendo los calcetines y eso por las viviendas», señalaba la pontevedresa, quien pidió preservar su identidad en el momento de conceder esta entrevista, a la hora de explicar los motivos que les llevaron a okupar la casa.
En su momento, y siempre según su versión, asegura que estuvo de alquiler, por el que pagaba una mensualidad de 500 euros, cantidad a la que no pudo hacer frente en el momento que dejó de trabajar «por enfermedad». Desde entonces, «he intentado todo lo posible y por todos los medios alquilar una casa y no se ha podido. Me pedían tres meses, nómina, de todo... Y por ser de etnia gitana siempre me niegan el alquiler», lamenta reprochando el racismo que afirma sufren los gitanos a la hora de intentar acceder a un alquiler.
Negociar un alquiler
Es por ello que estaba dispuesta a negociar una renta con la Sareb: «Si me dejan los del banco pagar un alquiler, les he dicho que hasta 250 euros puedo, más no. Para que te voy a decir 'sí, voy a pagar 500 euros' cuando no los voy a pagar porque no los voy a tener, pero hasta 250 euros puedo pagar».
En este punto, dejaba claro que la misma es propiedad «del banco, no es de propietario, sino no nos meteríamos», así como indica que la cerradura de la puerta principal «estaba abierta (...). Está todo carcomido, ya llevaba muchos años así, y le pusimos la cerradura y nos metimos».
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Esta mujer decía que su situación la tendría que dilucidar un juez, pese a confirmar que tanto el alcalde Ángel Moldes como la Policía Local de Poio les habían instado a abandonar esta vivienda. «Cada persona tiene un derecho. El okupa tiene un derecho, el ciudadano tiene un derecho y así», añadió al respecto remarcando que «vamos a intentar todo lo posible por llevarnos bien con la gente. Somos muy buena gente», incidía subrayando que solo son una pareja, toda vez que su hijo, «con una esclerosis múltiple que, por desgracia, no podía estar conmigo por no tener vivienda y tiene que estar en una residencia. Tiene 30 años. Es muy joven y está en una silla de ruedas y también necesita a su madre», apuntó. «Somos muy buena gente, no somos gente mala», insistía.