Ibon Martín, escritor: «En mis novelas no hay vísceras. Hay asesinatos, pero no me recreo en ellos»

PONTEVEDRA

El conocido como rey del thriller atmosférico presentó esta semana en Bueu su última novela, «Alma negra»
02 mar 2025 . Actualizado a las 11:00 h.Con Alma negra, su nueva novela, Ibon Martín (Donostia, 1976), que estuvo hace escasos días presentándola en Bueu en un acto impulsado por la Librería Miranda, al tiempo que cierra por todo lo alto la saga conocida como Los casos de Cestero, retoma personajes conocidos: «Vuelvo a personajes muy queridos para mí y para los lectores que siguen la serie. Alma Negra es un libro que podemos leer sin haber leído los anteriores, porque para mí es muy importante que los libros sí que tengan una conexión que son los personajes que van a investigar, la unidad de homicidios de impacto, pero que los casos siempre se abran y se cierren. Y sí, vuelvo a Ane Cestero, vuelvo a Julia y te diría que esta vez están en el caso más complicado de sus carreras y de sus vidas», señala tras recorrer las empedradas calles de Pontevedra, una ciudad que, según reconoce, le ha sorprendido muy gratamente.
—Se le conoce como el rey del thriller atmosférico. ¿Cómo lo recibe?
—Es un apelativo que me gusta porque tengo la sensación... Para mí lo principal cuando alguien abre una novela es, claro, obviamente tenerle enganchado hasta la última página, que haya tensión, pero lo principal para mí es trasladarle al escenario, que sienta que está paseando por esos escenarios, que diga: «¡Ostras! Estoy realmente en los Montes de Hierro, que es donde transcurren las páginas de Alma negra. Me está lloviendo encima. Estoy oliendo la lluvia. Estoy sintiendo cómo es esto». Creo que eso encaja perfectamente en esa idea del thriller ambiental, atmosférico. En mis novelas no hay vísceras. Hay asesinatos, pero no me recreo en ellos. Me salgo un poco de esa moda de que parece que cuanta más sangre y más carne, mejor. A mí me gusta que haya ambiente, que haya otras cosas.
—Y entre los escenarios algunos muy conocidos por los pontevedreses.
—Mira. A mí me encantaría, que creo que es una de esas cosas que tengo ahí desde hace años... Yo he veraneado mucho por aquí, por las Rías Baixas y es una tierra que quiero mucho, y me encantaría localizar una novela entera por aquí, pero a día de hoy, precisamente porque para mí es muy importante que el lector se sienta trasladado al escenario, necesito localizarlas en Euskadi. Es el territorio que realmente controlo y puedo llevar a alguien de la mano allí y decirle cómo es. Pero no me he querido privar de hacer una escapada, de decir me voy a unos capítulos a Bueu y, además, voy a introducir a un personaje que para mí es muy querido, que es Fernando Miranda, que es alguien que está haciendo muchísimo por la cultura, por la literatura en especial, desde su librería. Poner a Bueu, un pequeño pueblo de la costa gallega, en el mapa de todas las presentaciones principales que hacemos todos por España tiene un mérito increíble. Lo ha conseguido él a fuerza de hacer presentaciones multitudinarias y de volcarse con la cultura.

—¿Tal vez su querencia por la atmósfera es una reminiscencia de su pasado como escritor de viajes?
—Sí, estoy seguro. De hecho, antes de sentarme a escribir una novela, primero pienso en el escenario. Lo normal en la mayoría de mis colegas es que piensen la historia, la trama que van a contar y luego la localizan en un escenario. Para mí es vital que el escenario me permita contar una historia en concreto u otra. En Alma negra puedo contar una serie de circunstancias que no podría contar en los escenarios de La danza de los tulipanes, por ejemplo, que son unos escenarios más abiertos, más marineros. En Alma negra son montes, unos montes heridos por la mano del hombre, antiguas minas y todo eso qué te permite contar, pues unas tramas y, desde luego, todo eso viene de los años en los que yo me dedicaba a escribir de rutas y de viajes porque disfrutaba mucho con eso. Y sigue siendo lo principal. Me sigo llevando a la gente de viaje, pero ahora desde el salón de sus casas.
—Además en «Alma negra» toca un tema de actualidad, que es el del debate de la reapertura de las minas.
—Eso es. Nos estamos encontrando con que el encarecimiento de las materias primas está haciendo que vuelvan a ser rentables minas que dejaron de serlo y que las empresas, que en su día decidieron cerrarlas, decidan reabrirlas. ¿Qué se encuentra eso? Se encuentra generalmente la oposición del pueblo, porque una mina son modos de vida bastante miserables y es contaminación. Son muchas cosas que nadie quiere volver a revivir y, sin embargo, pues las empresas están ahí detrás. Cuando comencé a plantearme Alma negra, en los Montes de Hierro, precisamente de Euskadi, no se está dando esta circunstancia, pero me fijé mucho en una mina que se está queriendo abrir aquí, precisamente, en Pontevedra. Quiere bombear agua al mar para vaciar las galerías, agua tóxica que dice que van a filtrar, pero me fijé mucho en eso y me llevé esa historia. Es una historia de Pontevedra que me he llevado, en realidad, a la costa vizcaína.
—Y después de «Alma negra», ¿vendrá un quinto libro de la saga o su siguiente novela seguirá otros derroteros? ¿Tiene nuevos proyectos?
—La saga la dejo ya. Creo que cuatro libros de recorrido es un buen recorrido para una serie que ha funcionado de maravilla y que, libro a libro, ha ido creciendo. Creo que el apego a una saga, a unos personajes, no es bueno porque, al final, acabas exprimiéndolos tanto que el lector acaba cansándose de ellos y tú también como es escritor. Creo que cuatro libros, y cerrar en Alma negra, me parece que es un cierre muy en alto. Es un gran cierre. Seguiré escribiendo thriller y supongo que seguiré sin localizarlo en Galicia, pero seguiré en ellos.