
Beatriz Alvariño organiza la Triple Corona, una prueba de ultrafondo en tres años que cumple una década
21 abr 2025 . Actualizado a las 11:31 h.A Beatriz Alvariño (Vigo, 1975) le gusta nadar. Lo hace desde que era una cría, pero nunca pensó cuando empezó a estudiar Derecho que su futuro estaría en el agua. No solo a golpe de brazada, sino desde su oficina. Este año se cumple el décimo aniversario de la Triple Corona, una prueba de ultrafondo que pensó para los deportistas, pero que nació también con una vertiente turística para promocionar las Rías Baixas y el Parque das Illas Atlánticas. En esta edición, Beatriz quiere recuperar esa primera prueba desde la isla de Ons hasta Sanxenxo. Ella ya no la nadará, pero sí se encargará de que nada falle en esos 13 kilómetros que tendrán que recorrer más de un centenar de nadadores el próximo 6 de septiembre.
Esta prueba homenaje a diez años de esfuerzo quiere que sea especial y estarán buena parte de los deportistas que completaron algunas de las ediciones previas. La Triple Corona nació con la idea de hacer una carrera de 57 kilómetros en tres años. Una es la que se repetirá este año, otra es la que sale de las islas Cíes hasta Baiona y otra tiene el punto de partida en Sálvora, en la ría de Arousa. «Son pruebas deportivas que quiero que vayan mucho más allá del ejercicio», explica Alvariño, que en cada una de esas competiciones se encarga de hacer que las familias de los nadadores se metan de lleno en la vida de las Rías Baixas. «Una de nuestras principales ideas es promocionar el Parque das Illas Atlánticas, así que organizamos visitas con los familiares y hacemos un sorteo a la mejor fotografía», señala esta organizadora de eventos que habla con devoción de lo qué hace. Pero, ¿cómo llega Beatriz Alvariño a organizar esas pruebas de ultrafondo? No fue una ocurrencia de un día y a partir de ahí comenzó la carrera, fue encaminando su vida hacia una debilidad que tiene, que son las aguas abiertas. «Siempre me dediqué a la comunicación, pero en el 2013 no se había organizado la Costa Serena, que se hacía en Nigrán y le dije a quien la había puesto en marcha, si podía retomarla», comenta. Ese fue el punto de partida de una carrera profesional que ella misma se sorprende de ver el camino que ha cogido.
Un año después de asumir las riendas de la Costa Serena volvieron a salir al agua. De ahí dio el salto a las pruebas de ultrafondo para seguir haciendo de las Rías Baixas un destino turístico fuera de los meses de verano. «Julio y agosto ya tienen mucho volumen de turismo y demasiado tráfico náutico, por eso buscamos fechas fuera de esos meses», señala Beatriz. Su proyecto encontró el respaldo de los concellos donde se celebra la prueba. Llamó a la puerta del de Sanxenxo y solo encontró apoyo. Y es que este ayuntamiento trabaja para desestacionalizar el turismo con actividades deportivas. «En la edición de este año también tendremos en Silgar una prueba infantil para niños de 5 a 13 años», comenta la organizadora. Cada año va incluyendo una nueva actividad que suma a su mochila. «Organizar una prueba de ultrafondo como estas me lleva casi todo el año», explica. Es madre de una niña de siete años y autónoma, así que la conciliación se le hace cuesta arriba. «Soy de las pocas mujeres en Galicia que se dedica a la organización de grandes eventos deportivos», apunta, sin pasar por alto que son los meses de verano, con su pequeña de vacaciones, cuando la carga de trabajo se multiplica. «Es duro, pero tiras de familia y de campamentos para poder llevarlo», aclara. Y lejos de ir soltando retos, suma cada vez más.
Hace cuatro años puso en marcha la Volta a Illa de Tambo, que este agosto cumplirá su cuarta edición. «Todas estas pruebas requieren mucha responsabilidad y medios para que nada falle. No podemos olvidar que el mar es imprevisible», cuenta. El año pasado hacía un día espléndido y cuando arrancaron se cubrió con más niebla de la que se esperaba. Salió a delante, como las de estos últimos diez años. «Cuando acabamos, descanso un mes y vuelta a empezar», advierte Beatriz, que todavía se sigue enfundando el neopreno para salir a nadar en aguas abiertas, donde empezó a gestar una carrera profesional casi única en Galicia.