Un profesor jubilado de Pontevedra, atrapado en Irán tras el ataque israelí: «Estou solo nun hotel que está pechado e sinto os bombardeos»

PONTEVEDRA






Permanecía ya sentado en el avión para irse del país tras dos semanas haciendo turismo cuando lo desembarcaron y tuvo que regresar al alojamiento donde había estado, ahora desierto. Espera noticias de la embajada
17 jun 2025 . Actualizado a las 18:51 h.Foni Díaz, un profesor jubilado de Ciencias Sociales de Pontevedra, está atrapado en Teherán, la capital de Irán. Permanece así desde la madrugada del jueves 12 al 13 de junio, cuando estaba a bordo de un avión a punto de abandonar el país tras dos semanas haciendo turismo y, debido al ataque aéreo de Israel contra Irán, el espacio aéreo quedó cerrado. Se encuentra bien, aunque con incertidumbre e inquieto por si la escalada de ataques, que siente y ve cada madrugada desde la ventana de su hotel, va a más.
Su situación actual es surrealista, ya que volvió al hotel donde había estado alojado como turista y ahí sigue, pero los demás huéspedes se han marchado y la mayoría de los trabajadores también, ya que el complejo hotelero, técnicamente, está cerrado: «Estou solo nun hotel de seis plantas que está pechado e sinto os bombardeos. Hai un anaco saín á rúa para cambiar cartos no zoco, porque aquí teño que pagar coa moneda local, e cando cheguei a porta do hotel estaba xa pechada. Tiven que petar e petar e ao final abríronme para que non quede na rúa», explica sin salir de su perplejidad pese al callo que tiene como el hombre aventurero que es, con más de cien países sobre su mochila.
Este profesor, que nació circunstancialmente en Ourense pero siempre vivió en Pontevedra, se jubiló anticipadamente, a los sesenta años, después de dar clase de Geografía e Historia en institutos como el de Ponte Caldelas o el Illa de San Simón de Redondela. Aventurero desde muy joven, cuando se convirtió en pensionista, en el año 2023, se hizo conocido porque estrenó su condición de jubilado yéndose a dar una vuelta al mundo en solitario. Visitó entonces 18 países y se retrató en ellos con la bandera gallega; no con la oficial, sino «coa estreleira». Desde entonces continuó como siempre, viajando. Desde Teherán, hablando por teléfono con una calma bastante llamativa dada su situación, señala: «Tiña a espiña cravada de Irán, porque creo que é un país que temos demonizado inxustamente. E no que se está a dar un cambio brutal. De feito, ata que atacou o de sempre, Israel, foron dúas semanas moi boas nas que por exemplo vin que neste país hai moitas mulleres que traballan en todo tipo de postos e que non levan pañuelo na cabeza, que é algo que en Occidente non adoitan contarnos».
Llegado a ese punto, y tras explicar que se quedó impactado con la amabilidad y empatía de los iraníes, Foni Díaz viaja al momento en el que todo cambió. Señala que estaba dentro del avión que debía llevarle a Estambul, donde hacía escala para luego ir a Georgia y a Armenia. Los pasajeros empezaron a sospechar que pasaba algo raro porque pasaba el tiempo y no despegaban. Eran alrededor de las cuatro de la mañana cuando les informaron de que Israel había bombardeado el país: «A verdade é que ao principio sentín moita incertidume, porque non se sabía se era un ataque que podía ser grande ou non. Despois viuse que era algo duro e xa nos dixeron que o espazo aéreo quedaba pechado».
Les evacuaron del avión y Foni decidió volver al hotel en el que se había hospedado esas dos semanas a esperar noticias. Dice que la sensación era de relativa normalidad, pero que de cuando en vez se escuchaban bombardeos y se veían destellos y columnas de humo. Regresó al hotel y al principio no parecía haber mayor problema. Pero con el paso de las horas los huéspedes se fueron marchando y el personal también fue desapareciendo. Por ejemplo, dejó de estar abierto el bufé para desayunar y simplemente le sirven algo a él, que es ya el único cliente. Los restaurantes, tanto los del hotel como algún otro establecimiento al que iba, también fueron cerrando.
No sabe exactamente si el hotel está cerrado de todo, porque el personal que queda no habla inglés ni español, solo persa, pero intuye que así es. De hecho, esta mañana de lunes salió a cambiar dinero, ya que tiene que pagar en la moneda local, y al volver creyó que ya no podía seguir en el hotel: «Atopei a porta pechada, así que as próximas veces que teña que saír por algo tratarei de avisarlles para non quedar na rúa. É unha situación un pouco rara», indica. Señala que su situación es similar «a que se estivese preso, pero sen estalo» y que todas las noches siente y oye los destellos de las bombas y las columnas de humo en distintos puntos de la ciudad.
Lógicamente, viendo que los ataques no cesan, quiere salir del país cuanto antes. Pero contactó con la Embajada de España en Irán y le dijeron que tiene que esperar, que le avisarán cuando pueda irse de forma segura. No le recomendaron seguir los pasos de los otros huéspedes, como un hombre indio que pagó 400 euros para irse en taxi hasta la frontera con Azerbaiyán. «Na embaixada dixéronme que non faga iso, que non colla un autobús ou otro medio de transporte terrestre para ir á fronteira, que no meu caso sería a de Turquía ou Armenia, porque é unha maniobra bastante perigosa. Así que polo momento vou seguir esperando, tal e como me dixeron», indica.
Foni reconoce que su familia en Pontevedra está preocupada. Tiene hermanos y madre, aunque ella es mayor y no conoce la situación por la que él está pasando. Dice que a lo largo de sus viajes, en sitios como El Congo o Burkina Faso fue testigo de situaciones complicadas, pero que nunca se enfrentó a nada como lo que le está ocurriendo ahora en Irán. Confía en que desde la embajada le llamen para ver cómo salir de allí. Mientras tanto, está buscando la manera de hacerse entender para poder salir del hotel a comprar víveres sin que le dejen de puertas afuera. Señala que en la calle la situación es de relativa normalidad, que los iraníes intentan seguir con su día a día, hasta que suenan los bombardeos y las calles se quedan desiertas. «Isto non é como en Gaza, que son bombardeos continuos, aquí é cada certo tempo», remacha.