El subdelegado del Gobierno en Pontevedra pide perdón por decir sobre la mujer de Campo Lameiro que «no se puede proteger a quien no quiere»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Abel Losada (en primera fila, tercero por la izquierda), este martes, en el minuto de silencio que tuvo lugar en Pontevedra para condenar el crimen machista de A Coruña.
Abel Losada (en primera fila, tercero por la izquierda), este martes, en el minuto de silencio que tuvo lugar en Pontevedra para condenar el crimen machista de A Coruña. ADRIÁN BAÚLDE

Abel Losada considera que eligió «mal las palabras, pero no las convicciones» al referirse a la mujer maltratada que apareció calcinada en esta localidad pontevedresa

17 jun 2025 . Actualizado a las 17:15 h.

A las 12.00 horas de este martes estaba convocado, ante la subdelegación del Gobierno de Pontevedra, un minuto de silencio por la última víctima de violencia machista en Galicia, la mujer a la que su marido mató de forma atroz en A Coruña. A su término, el subdelegado, el socialista Abel Losada, condenó este nuevo caso y puso en énfasis que ya son 14 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año en España. Estaba claro que, ante una comparecencia así, al subdelegado se le iban a hacer preguntas sobre el caso más cercano en el tiempo en la provincia, el de Marisol, la mujer que estaba en el sistema de protección Viogén por riesgo extremo y que apareció calcinada en un coche en Campo Lameiro, a pocos metros de su maltratador. No en vano, sus palabras sobre esta persona, que convivía con su maltratador pese a que él tenía una orden de alejamiento sobre ella, aludiendo a que «no se puede proteger a quien no quiere que se le proteja», provocaron críticas. Losada señaló que leería un comunicado sobre el caso de Marisol. Y eso hizo. Comenzó pidiendo perdón. Dijo: «Elegí mal las palabras, no las convicciones». 

El subdelegado del Gobierno empezó, efectivamente, pidiendo disculpas por esa alusión a que Marisol, que tenía 49 años y cinco hijos (una de ellas menor de edad) no quería protegerse. Señaló que no había elegido bien las palabras «porque es evidente que, a veces, la víctima no está en condiciones emocionales de decidir lo que le conviene». Acto seguido, añadió: «Dicho esto, subrayo que alguna gente que ha dicho que Marisol murió porque no la protegieron debería pedir también perdón. Pero no creo que lo hagan». 

A partir de ahí, hizo una cronología del caso Marisol, que murió calcinada solo una semana después de que un juzgado de Monforte de Lemos dejase libre a su maltratador aunque ya se le estaba buscando porque esta mujer permanecía desaparecida y a que tenía dos condenas encima por violencia machista, una contra ella y otra firme por haber agredido brutalmente a su exmujer. Abel Losada señala que Marisol entró en el sistema Viogen en octubre del 2021 y que, desde entonces y hasta su muerte, la Guardia Civil hizo 150 intervenciones con ella. Llegados a ese punto, se pregunta: «¿Se puede decir que no se ha hecho nada para protegerla?».

Indicó también que Marisol se incorporó al sistema Viogén por el protocolo cero, es decir, no porque ella hubiese denunciado a su agresor, sino por la intervención de las fuerzas del orden. Así, contó lo siguiente: «Ella no presentó denuncia, entró en Viogén por una iniciativa de una mujer guardia civil que fue a visitarla al hospital de Montecelo tras la primera paliza. No se creyó las explicaciones y no solo la incluyó en el Viogen, sino que le pidió que dejara a su maltratador, que ya tenía una condena anterior [refiriéndose al maltrato a su expareja por el que le impusieron 21 meses de cárcel que no cumplió]». 

El subdelegado del Gobierno afirmó también que el maltratador de Marisol, el hombre junto al el que acabó falleciendo, «fue detenido reiteradamente por la Guardia Civil», aunque no pudo precisar qué número de arrestos fueron ni los motivos concretos que los motivaron. Esta es de las claves del caso, porque el gran interrogante es cómo es posible que Marisol siguiese conviviendo con el hombre que la maltrataba si este tenía en vigor una orden de alejamiento y comunicación de ella. Y, por tanto, si se le veía junto a ella, debería ser detenido por un delito de quebrantamiento de condena.

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Losada aludió a que no le corresponde a él juzgar si el hombre que maltrataba a Marisol y que estaba también condenado por agredir a su expareja debería haber entrado o no en prisión. «No voy a opinar sobre resoluciones judiciales», dijo. Y añadió: «Este subdelegado no envía a prisión a nadie, y la Guardia Civil tampoco». 

Dijo también que este caso genera frustración en la sociedad porque «evidencia la complejidad de la violencia machista». Pero insistió en que también ha generado esa misma frustración en los agentes de la Guardia Civil, «que nunca bajaron los brazos ni dejaron de cumplir con su deber». Antes de terminar, concluyó lo siguiente sobre Marisol: «Tenía una fortísima dependencia emocional de su maltratador. A nadie nos corresponde enjuiciarla ni opinar sobre las decisiones que tomó en su vida. El maltrato empieza por el control emocional, que no se nos olvide. Toca compadecernos de su sufrimiento, comprenderla y acompañar a su familiar en el dolor».