A Casa Escola de Barcia de Seixo, donde el rural de A Lama vuelve a latir

A. Davila A LAMA / LA VOZ

A LAMA

Taller de cestería en A Casa Escola donde participan mayores y pequeños
Taller de cestería en A Casa Escola donde participan mayores y pequeños Cedida

Un proyecto social dinamiza la vida de esta población con solo dos habitantes

14 sep 2025 . Actualizado a las 21:40 h.

En lo alto de A Lama, donde el silencio parecía haberse instalado como único vecino, una vieja escuela ha vuelto a abrir sus puertas. No para impartir clases como antaño, sino para enseñar algo más profundo, que el rural gallego aún tiene voz, memoria y futuro. En Barcia do Seixo, una parroquia que fuera de la temporada estival apenas cuenta con dos habitantes, ha nacido un proyecto que desafía el abandono y la soledad: A Casa Escola.

Impulsado por la pedagoga Laura Álvarez, el proyecto no solo recupera el edificio de la antigua escuela unitaria, cerrada en 1975, sino que lo convierte en epicentro de una revolución silenciosa. El antiguo centro educativo fue recuperado con el cambio de milenio como casa del pueblo, y eran contadas las veces que recibía visitas. Hoy es un centro de actividades que recupera el bullicio de hace décadas. Allí no se va solo a aprender, se va a a convivir.

Laura era una de esas vecinas que cada verano regresaba a Barcia y veía cómo la vida del lugar se apagaba poco a poco. Hasta que decidió encenderla de nuevo. «La idea viene de un sentimiento mío, porque pasé en este pueblo todos los veranos de mi infancia… y de hecho mi plan es mudarme aquí en algún momento y vivir aquí», comenta Álvarez.

La preocupación por el despoblamiento rural se mezcla con el deseo de crear comunidad. «Empieza en mí como una necesidad de volver a encontrarme con la gente aquí, de volver a hacer cosas aquí», dice Laura. Inspirada por experiencias como el co-living en Anceu (Ponte Caldelas) y el programa de la Xunta Fixar, que busca llevar gente joven a vivir al rural, la promotora del proyecto se propuso demostrar que el rural no es solo un destino de verano, sino un lugar donde se puede vivir, emprender y aprender.

Ese vínculo emocional se transformó en acción. Desde rutas nocturnas para observar las estrellas hasta talleres de cestería, pasando por charlas sobre la miel, cursos de cocina o encuentros en fechas señaladas como el Santo ao Seixo, por San Antonio. A Casa Escola se ha convertido en un espacio donde el tiempo se detiene para reconectar con las raíces. Las actividades están pensadas para todos los públicos: mayores que recuerdan, niños que descubren o familias que comparten.

El proyecto también tiene una fuerte dimensión pedagógica. «Crear lazos intergeneracionales, que los niños enseñen a los mayores y que los mayores enseñen a los niños. Me gustaría generar en los niños y en las niñas esos buenos recuerdos aquí, para que el día de mañana quieran estar aquí», ambiciona la cabeza visible del proyecto de A Casa Escola.

Una antigua escuela unitaria

La recuperación de la actividad en el edificio ha sido también un acto simbólico. Donde antes reinaba el polvo y el olvido, hoy hay risas, conversaciones y el bullicio de quienes creen que el rural no está muerto, solo dormido. A Casa Escola es más que un espacio físico: es el corazón de un proyecto que late con fuerza en A Lama.

«Con el proyecto lo que se está haciendo es que, mínimo una vez al mes, haya algo en Barcia. No es que yo empezase desde cero. La casa se empezó a arreglar ya hace tiempo y ahora se está aprovechando, porque no estaba siendo usada», comenta Laura acerca del proyecto.

El objetivo no es solo ofrecer ocio, sino reconstruir el tejido social entre vecinos y parroquias. En un entorno donde la despoblación ha hecho mella, cada encuentro es una forma de resistencia. Cada manualidad, una excusa para hablar. Cada comida compartida, un acto de comunidad.

Y para acercarse A Casa Escola no hace falta más que acudir a sus redes sociales. «Tenemos una cuenta de Instagram, @acasaescola, ahí vamos informando de las actividades que hacemos y las que vendrán en el futuro». Cualquiera que quiera participar es bien recibido, principalmente aquellos que busquen en este rincón de A Lama un lugar donde quedarse. «No es lo mismo trabajar en un piso en una ciudad bulliciosa que trabajar aquí. Tú estás aquí con tu ordenador pero después sales... y esto es una maravilla.», presume Laura de la Barcia de su presente y de su infancia.

Recursos necesarios

Pero todo esto no se hace solo. Se necesita tiempo, eso que a veces es más escaso para todos, una comunidad interesada en el proyecto como la que acude a las jornadas convocadas desde A Barcia y, sobre todo, recursos. A Casa Escola precisa del apoyo de las instituciones para poder existir y seguir ofreciendo una alternativa de ocio en el rural y en esa pelea se encuentra cada día Laura Álvarez.

Aunque el proyecto avanza con entusiasmo, también enfrenta desafíos. «Yo esto lo hago desde el más puro amor por mi pueblo, pero al final es mucho trabajo para mí sola.» La colaboración institucional y comunitaria es clave: «Sería genial que todos colaboráramos y que se pudieran hacer actividades en las diferentes casas del pueblo.», matiza la pedagoga. «Lo económico también es importante, claro. Muchos se han ofrecido a venir a hacer talleres de forma desinteresada, pero eso no puede ser. El trabajo tiene un valor y eso hay que poder pagarlo también», cerró Laura Álvarez.

Lo que ocurre en la parroquia de Santa Ana da Barcia do Seixo no es solo una historia local. Es un ejemplo de cómo el compromiso personal puede convertirse en motor colectivo. De cómo el regreso a las raíces puede ser también una forma de futuro. Y de cómo, en tiempos de desconexión, el rural puede enseñarnos a reconectar.