El día de su boda, Franco acababa de morir y se les prohibió poner música en el enlace. Lo compensaron en su aniversario
23 nov 2025 . Actualizado a las 16:27 h.Hace dos años que Nacho Romar Graña reservó, en secreto, fecha y día para celebrar su 50 aniversario de boda en el Balneario de Cuntis. Ni siquiera se lo dijo a su nuera, empleada del establecimiento. Un embarazo no permitido en la España franquista, precipitó aquel enlace que se celebró el 22 de noviembre de 1975. 50 años, tres hijos y cinco nietos después, este empleado de banca prejubilado quería celebrar por todo lo alto la mejor decisión de su vida, invitar a salir a aquella joven de la parroquia pontevedresa de Marcón con la que coincidió en una fábrica de confección. Le quedaba algo pendiente, bailar con Maricarmen Villaverde Pazos el vals que no pudo ser en la España de luto por la muerte del dictador.
Sonó el pasado sábado. Y se bailó, vaya si se bailó. Por todo lo que no se pudo cincuenta años atrás, con el cadáver del dictador todavía caliente, pero enfriando por decreto celebraciones como la boda de Mari y Nacho. Pareja por ese orden, como dejó claro el novio en la ceremonia previa a la comida que le prepararon, por sorpresa, su familia y amigos. «Pode ser que eu sexa máis coñecido en Cuntis pero Mari é a máis querida», dijo Nacho. No hay vecino de la localidad que no sepa de esta pareja. A Mari la han conocido siempre como «Mari a de Nacho», como recordó ayer el contrayente. «Vai sendo hora de que en vez de ser Maricarmen a de Nacho, eu sexa Nacho o de Mari». El amor es así, ya se sabe, mueve montañas y altera el orden de las cosas.
Se conocieron el 22 de enero de 1973, una fecha que ninguno olvida y que él se encargó de recordar en su 50 aniversario. Tras año y medio de conversaciones con aquella chica, el cuntiense decidió pedirle para salir. «Sabía que si non llo decía, aquela moza voaría», confesó con la misma devoción por ella que hace medio siglo. La boda se celebró en la iglesia de Marcón y la comida en un restaurante de Pontevedra. Sin música ni grandes festejos, pero con el hijo primogénito en camino, aventurando una familia numerosa muy bien avenida que sigue juntándose cada sábado en torno a la mesa.
Tras Ignacio, llegó Marcos y, años más tarde María, que vive en Marbella, pero sigue siendo la niña de mamá y papá. «Hace años que no recuerdo comer en la cocina, siempre que vuelvo a casa, comemos en la mesa grande del salón y eso quiere decir que todos aparcamos los compromisos de las agendas y nos juntamos, seguimos siendo una familia unida», dijo María. Y no solo los hijos, Nacho y Mari llegaron a reformar la casa de al lado solo para construir una cocina y una mesa para recibir a invitados en las celebraciones. Todos ellos estaban este sábado acompañándolos, incluso alguna familiar vestía la misma capa que llevó al enlace de 1975.
Este sábado, hubo brindis, baile y mucha fiesta en la carpa del jardín del balneario, pero también risas, las que provocó el discurso de los cuatro nietos mayores. Lola, Breogán, Martina y Mauro hicieron de maestros de ceremonia, mientras escuchaba atenta la pequeña Lía, a punto de cumplir un año.
«Cincuenta anos dan para moito, pero o mellor de todo o que fixemos foi a nosa familia. Dous fillos, unha filla, dúas noras un xenro, tres netas e dous netos. Iso é o máis importante», se emocionó el consorte. No menos el pequeño Mauro, que rompió a llorar cuando recordó los abrazos de la abuela Mari. Ella dejó todo el protagonismo a los suyos y solo se acercó al micro para decirle a su querido marido que fuera abreviando, que los niños tenían hambre.
No faltó la familia de Ponferrada que cada verano y navidades cumple fiel a la cita de Cuntis, en el barrio do Campo, donde vive la pareja. Los Villaverde también acompañaron a los novios y, por supuesto, los amigos con los que disfrutan los veranos en A Lanzada. «Grazas por abrir sempre as portas e facernos sentir da familia», concluyó, Juan Torres, amigo de Nacho desde la infancia. La familia de Sevilla, esos consuegros que empataron tan bien que hasta se van juntos de vacaciones con la pareja, animaron la fiesta bailando sevillanas. Tampoco faltó el himno del centenario del Celta de C. Tangana, para celebrar la victoria ante el Alavés, que coincidió con la fiesta. Hasta en eso se alinearon los acontecimientos con los novios.
Perfeccionista hasta el extremo, Nacho evaluó estos cincuenta años y el evento con un 9, 99. «Sempre se pode mellorar», dijo entre las risas de los invitados quien tiene por costumbre poner nota a las celebraciones. La pareja, ya se ve, es de diez. Aunque, puestos a evaluar, esta historia de amor tiende al infinito.