Cuando el mar es frontera y puerta a la vez

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

CAPOTILLO

Marín concentra en trece meses más peticiones de asilo político que en los veinte años anteriores

17 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar no tiene puertas, pero es difícil de atravesar. Es la última frontera de Europa, el paraíso deseado por miles de personas que, procedentes de países rasgados por conflictos bélicos o arruinados por crisis económicas salvajes, buscan en el viejo continente una vida mejor. A los polizones nadie los conoce. Hay fuentes que indican que se han dado casos de polizones que llevan años a bordo de barcos que van de puerto en puerto, como si de aquel legendario holandés errante se tratase. Hay quienes después de llevar tanto tiempo en un barco sus armadores los han acabado contratando. Y los hay, en este caso los menos, que han conseguido la ansiada tarjeta que les permite vivir en España, como personas que están esperando que se resuelva una petición de asilo político -y esto puede tardar un año o más- o porque han logrado la residencia en toda regla por razones más que justificadas.

Hay que distinguir entre polizón y solicitante de asilo. Los primeros suben a un barco sin que nadie lo sepa y esperan lograr bajar a tierra al amparo del mismo secreto -esto ya es mucho más difícil de lograr-. Los segundos son, bien polizones, bien tripulantes, que una vez que el barco donde se encuentran toca un puerto español, por ejemplo, Marín, Vilagarcía o Vigo, que son los autorizados para tráfico internacional en sus radas en la provincia, alegan ante las autoridades que su regreso a su país les conlleva muerte o prisión.

Ambas situaciones, polizones y solicitantes de asilo, suelen identificarse en las mismas personas en Marín. Sin embargo, en los últimos años su perfil ha cambiado, acompasado, quizás, por los sucesivos conflictos que sacuden el mundo. A principios de este siglo, a Marín llegaron sobre todo subsaharianos, que huían de las sangrientas y crueles guerras civiles de Liberia, Congo o Costa de Marfil. Casi todos lograron bajar a tierra, en Galicia o en otra escala posterior en España al admitirse a trámite sus peticiones de asilo. Otra cosa es saber si lograron su empeño del estatus de refugiado -sobre esto los abogados locales no tienen datos-.

En los últimos trece meses, las cosas han cambiado y Siria, especialmente, ocupa casi todas las solicitudes. Otro dato: desde noviembre del año pasado a esta semana ha habido más peticiones de asilo en Marín que en todo el resto del siglo junto.