
Jose Antonio, su dueño, la lleva con él de paseo hasta en la silla de ruedas
13 ago 2025 . Actualizado a las 17:22 h.Ravachol es el inconfundible símbolo de la ciudad de Pontevedra, un loro convertido en leyenda de la ciudad y al que los trajes y disfraces le sientan como a nadie. Pero desde hace algunos años a este loro le ha salido competencia en el pueblo vecino y Rudiña amenaza al protagonista del entroido pontevedrés con ocupar su espacio como el loro más estiloso de la ría de Pontevedra.
Rudiña es la inseparable compañera de Jose Antonio Martínez, vecino de San Salvador de Poio. Desde hace doce años este yaco de cola roja es un miembro más en su familia y como tal le acompaña a todas partes, desde la playa, al médico o cualquier tipo de recado. Una visita al hogar de la familia Martínez es también un claro ejemplo del amor por el animal que convive con ellos. En su casa no hay jaulas y Rudiña cuenta con su propio espacio donde poder volar y moverse con holgura. La galería de acceso a la vivienda, donde cuenta con un árbol a modo de parque de juegos, es su estancia particular, pero también en la cocina dispone de un lugar al que llamar su territorio y en el que descansar por las noches.
Un accidente laboral sufrido hace varios años y que afectó a los dos talones de Jose Antonio le obliga hoy en día a desplazarse en silla de ruedas cada vez que el desplazamiento requiere de distancias largas. Y en esa silla, Rudiña tiene su propio asiento también. La estampa de este vecino de Poio cruzando el puente de A Barca con su silla de ruedas eléctrica y con la presumida lorita agarrada al palo que artesanalmente ha adaptado para ella, es una de las que captan la atención de todo aquel que se cruza por el camino.
Hay quien no se lo cree y pregunta si se trata de un muñeco. Pero no, Rudiña es muy real y para demostrarlo su dueño no tiene ningún inconveniente en permitir que cualquiera que se lo pida experimente la sensación de tener un animal de esa belleza en sus manos. «Hay gente que nunca ha tenido un pájaro en la mano y cuando lo prueban es una sensación increíble», reconoce Martínez.
En la playa es también una atracción más. Este verano también acompaña a la familia, siempre bien protegida del sol bajo la sombrilla y con abundante agua para beber y refrescarse. «Algunos turistas bromean cuando nos ven y se preguntan si están en Galicia o en el Caribe al ver un loro en la playa», cuenta entre risas el compañero del loro.
No solo por la calle o en la playa puedes conocer a esta hembra de yaco, su dueño es habitual en lugares como la guardería de la Galiña Azul de Poio o la residencia de mayores de Campolongo, en Pontevedra, a donde acude con su alada amiga para que niños y mayores la puedan conocer y acariciar. «Nunca ha picado a nadie, si yo veo que se está poniendo nerviosa ya suele avisar», reconoce Jose Antonio.
Y no es para menos. Este loro ha resultado ser «terapéutica» para Jose Antonio desde el accidente que le ha cambiado la vida. «Ella me ayuda a estar más distraído. La situación de no poder caminar como antes a mí también me agobia y ella es como una solución. Viene conmigo al médico o a la mutua, nunca me ponen pegas».
De la unión entre pájaro y animal, entre Rudiña y Jose Antonio, uno cabe esperar un vinculo más especial que con ningún otro miembro de la familia, pero no es así. A pesar de que es con él con quien pasa la mayor parte de su tiempo, esta orgullosa hembra de yaco ha escogido a otro miembro de la familia como líder de su particular “bandada». Es el hijo de Jose Antonio a quien Rudiña ha seleccionado como el referente familiar y con quien se va cada vez que la familia está al completo.
Una familia que, por otra parte, nunca deja de contar con ella en las actividades importantes. Tanto es así que el miembro alado de la familia fue el responsable de llevar las alianzas el día de la boda Caterín, hija de Jose Antonio.
Un loro de pasarela
Tal y como hace Ravachol cuando llega el carnaval, Rudiña también sabe cómo presumir de armario. Diseño de costura artesanal para un loro con un vestidor tan amplio como el cualquier miembro de su familia. Rudiña tiene su traje tradicional gallego, pero también su disfraz de Superman, su camisa de patrón idéntico al de su compañero de viajes y otras tantas piezas de ropa que luce orgullosa según la ocasión.
Sus uniformes, comenta Jose Antonio, no son un mero capricho estético. Y es que los yakos son especies de climas cálidos que llevan mejor las altas temperaturas que el frío que por momentos puede hacer en Galicia. Estas prendas, customizadas personalmente por el propio Jose Antonio, le ayudan a mantener el calor corporal y así disfrutar más y mejor de sus paseos callejeros.
La historia de Rudiña y José Antonio es mucho más que la de un loro con estilo: es el relato de una amistad profunda, de resiliencia y de ternura compartida. En una sociedad donde los vínculos humanos a veces se diluyen, esta singular pareja nos recuerda que el afecto, el cuidado y la compañía pueden venir en forma de plumas grises y rojas. Sociable, zalamera y presumida, Rudiña no solo acompaña, sino que llena de color la vida de quienes la rodean. Al igual que Ravachol en Pontevedra, ella espera hacerse un lugar en la memoria colectiva de Poio, acumulando seguidores en su redes sociales como TikTok o Instagram.