La circunvalación de Pontevedra, vinculada al proyecto de la pretendida autovía alternativa A-57, acumula un retraso de veinticinco años
08 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando el 19 de octubre de 2015 Ana Pastor, siendo ministra de Fomento, puso la primera piedra de la circunvalación viaria de esta capital, dijo que el desarrollo de esta obra pública «es una cuestión de justicia social con Pontevedra», pues se trata de la única capital de provincia gallega que carece de un periférico.
Treinta meses después, el lunes 2 de abril del 2018, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno anunciaba que ese primer tramo en construcción, de poco más de 6 kilómetros entre A Ermida-Marcón y Figueirido-Vilaboa, se estrenará en 2019 (sin precisar fecha).
De los dos tramos restantes que deben prolongar la circunvalación hasta el nudo de Curro, en Barro, las previsiones de consignación financiera no alientan el optimismo, después de conocerse el proyecto de Presupuestos Generales del Estado que presentaba Cristóbal Montoro justo al día siguiente del acto de Rajoy en Pontevedra.
Así que el problema es que la «justicia social», también es lenta. En este caso, extremadamente lenta.
25 años de espera
Desde la década de los 90, hemos oído hablar a dirigentes políticos y a cargos públicos de la necesidad de dotar a la ciudad de Pontevedra de una circunvalación que resolviese la conectividad viaria. Los sucesivos alcaldes se sumaron a ese discurso reivindicativo. Desde Pepe Rivas Fontán, pasando por Pancho Cobián y Juan Luis Pedrosa, hasta Miguel Fernández Lores. Y en correspondencia -aunque con diferente fortuna- la eterna reivindicación se expuso ante los sucesivos responsables del Ministerio que se sucedieron durante este cuarto de siglo: Borrell, Álvarez Cascos, Magdalena Álvarez, Pepe Blanco y Ana Pastor, con gobiernos del PSOE y del PP.
Durante todos estos años se planteó con diversos formatos. Ya como una circunvalación pura y dura; ya vinculada a diversos proyectos viarios de desigual fortuna que fueron objeto de sucesivos estudios por diversos inquilinos del despacho principal del Ministerio de Fomento. Hasta que comenzó a sonar la propuesta de una nueva autovía gratuita entre Porriño y Vilagarcía que debería ser la alternativa a la Autopista del Atlántico para las comunicaciones entre las principales urbes de la provincia. Se trata de la A-57, un proyecto que tiene más de virtual que de real. El entusiasmo inicial llevó a anunciar a Antón Louro, entonces diputado nacional del PSOE, que a lo largo de 2007 se licitaría todo el proyecto. Luego el proyecto se congeló con los vientos gélidos que trajeron la crisis económica y el recorte inversor en los sucesivos presupuestos del Estado desde 2009.
La viabilidad del proyecto de la A-57 quedó muy herida con la decisión de apostar por la construcción de los terceros carriles en Rande, que tomó Pepe Blanco y que, después de criticar, también terminó asumiendo Ana Pastor. Una opción que descargaba a la tesorería del Ministerio al asumir Audasa la financiación de la obra, a cambio de las subidas anuales de peajes que repercuten el coste de esas ampliaciones en los usuarios.
De modo que salvo lo que atañe al tramo para circunvalar esta ciudad, el resto de la pretendida autovía es, hoy por hoy, realidad virtual.
Los 20 kilómetros del futuro periférico de Pontevedra se están acometiendo con una irritante lentitud tanto administrativa y presupuestaria como constructiva. El jueves estuve recorriendo el subtramo en obras desde Marcón y en dirección a Figueirido. En A Ermida y en A Fracha había un enorme despliegue de obreros y maquinaria de Construcciones San José, seguramente animados por el momentáneo receso de las lluvias. Del lado de Figueirido y Bértola, no hay actividad alguna. Las dificultades orográficas a salvar para la traza de la circunvalación, que tendrá doble calzada con 4 carriles, dos para cada sentido, son formidables. La diferencia de cotas y el recorrido de la autovía por la ladera de montes desde un punto a otro, entraña mayor complejidad.
Resulta indicativo que para construir este tramo de 6.500 metros de longitud, más el vial de 1.700 metros para enlace con la carretera N-550 y la autopista AP-9 en Figueirido, San José presupuestase 60 millones de euros que el Ministerio va satisfaciendo a plazos según las partidas que consigna para este año y para los dos siguientes.
Aún más inquietante resulta la tediosa tramitación de los dos tramos pendientes: A Ermida-Pilarteiros-Xeve y el siguiente hasta el supernudo de Curro, en Barro, a los que se destinan en los Presupuesto Generales del Estado del 2018, tres millones y cien mil euros respectivamente. Calderilla para papeleos, porque aún falta mucho para ver obras que requerirán de 90 y 80 millones respectivamente, a expensas de su licitación.
Nudo de Bomberos
En contrapartida al menos los PGE 2018 sí contemplan un millón de euros que esperemos sirvan para que arranquen las obras de reforma del nudo de Bomberos, presupuestada inicialmente en 7 millones. Es una obra si cabe más urgente que la propia circunvalación, teniendo en cuenta la presión circulatoria que soporta ahora y la que podría llegar a tener. Ya por la inminente peatonalización del puente de O Burgo como, sobre todo, por la pretensión del Concello de Pontevedra de reducir a dirección única el puente de A Barca. Ambas circunstancias sobrecargaran de tráfico el puente de As Correntes, cuya efectividad está condicionada por el cuello de botella que supone el estado actual del nudo de Bomberos.