Iago López Roel, psicólogo deportivo: «Ahora se ha normalizado pedir ayuda para entrenar la cabeza»

PONTEVEDRA CIUDAD

Iago Roel tiene su clínica y es psicólogo deportivo en el CGTD
Iago Roel tiene su clínica y es psicólogo deportivo en el CGTD CAPOTILLO

Enseña a los deportistas de élite a gestionar la presión de las expectativas

19 jun 2023 . Actualizado a las 16:20 h.

Iago López Roel (Pontevedra, 1986) se viste de corto para entrenar junto a los deportistas del CGTD de Pontevedra. Hoy le toca el equipo de bádminton, pero su experiencia y su visión es mucho más amplia. Ayuda a amueblar la cabeza a los que compiten en la élite para que afinen sus expectativas y huyan de la presión de no defraudarse.

—¿Es cada vez más importante la labor del psicólogo clínico?

—No sé si es importante, pero cada vez está más presente. Ahora mismo, por el contexto actual de la pandemia, donde muchos deportistas han reconocido que tenían psicólogo, ha ayudado a normalizar nuestra figura. Se ha naturalizado que una persona, en un momento dado, tenga ansiedad en el deporte, pero eso también pasa en otros contextos como el laboral.

—¿Es un problema que tiene que ver con el éxito y el fracaso o es mucho más que resultados?

—Hay más que resultados porque la ansiedad es cognitiva, de una interpretación que hace la cabeza. Los resultados son la forma que tiene el deporte de compararse, de medirse. Y en muchos casos de conseguir becas o acceso a competiciones más importantes. Depende de como interpretes la realidad te puedes meter más o menos presión. Ya la competición de alto rendimiento genera mucha presión, pero como te obsesiones con el resultado o por el qué dirán, se genera una presión que te sobrepasa.

—¿Y es frecuente?

—Claro, es normal porque es su vida. He aprendido a personalizar las rutinas. A algunos deportistas les recomiendo que cuando acaben de entrenar, se olviden del deporte, mientras hay otros que sí son capaces de gestionarlo. Hoy en día tenemos muchas plataformas comparativas que pueden generar mucha presión.

—Está en el día a día con ellos, ¿se ven los síntomas del bloqueo?

—Se pueden presentar de diferentes maneras. Hay una primera parte en la que pueden tener apatía o desmotivación, pero la presión se puede manifestar a nivel cognitivo o fisiológico. Siempre es bueno tener hábitos de autoconocimiento porque a veces naturalizamos pensar en el qué dirán. Hay que decir ‘oye, ¿cómo estoy pensando?' Es normal tener un día de desánimo, pero si llevas unas semanas mal, tiene que trabajarlo.

—¿Nota un repunte en los cuadros de ansiedad o depresión?

—No, pero ahora se conoce la labor del psicólogo deportivo, se ha normalizado pedir ayuda. Había una creencia equivocada que decía: ‘tiene cabeza para competir'. No, la cabeza se entrena como el físico. Hay gente que tiene músculo antes que yo cuando va al gimnasio, pero eso no quiere decir que yo no lo pueda tener si entreno. Con la cabeza es igual.

—¿Se gestiona mejor la presión en un deporte colectivo, donde se reparte la responsabilidad?

—Cuando la presión solo depende de ti hay más trabajo a la hora de gestionarlo, pero he visto deportistas que piensan que no pueden defraudar a sus compañeros.

—¿Cómo se trabaja para liberar esa presión?

—Primero con trabajo de terapia y de hábitos. Al final lo que nosotros creemos nos lleva a tener determinados comportamientos. Hay que conseguir que el deportista tenga hábitos de reflexión y de autoconocimiento. Tenemos que intentar transformar pensamientos que pueden ser disfuncionales y generan apatía y presión en funcionales.

—La pasada semana Pablo Dapena se apartaba de la competición por un cuadro de ansiedad. No estar con su hijo a diario estaba detrás de esa situación. ¿Tener familia es un punto de inflexión?

—Ese es un factor clave, todo se reduce a la reinterpretación de la situación. Cuando un deportista siente que se está perdiendo algo y tiene que dedicarle tiempo a otra cosa, empiezan los problemas. Ese pensamiento de culpabilidad ha hecho que tenga más ansiedad. En el caso de Pablo, como el de muchos, pasa con algo vital, que es ver crecer a un hijo, pero también ocurre con deportistas que entran en la universidad y creen que se están perdiendo la vida universitaria. Empiezan a pensar en que ayer no pudo salir o no pudo ir a cenar con su pareja porque tiene que cuidarse... Si estás con el machaque del debo en lugar del quiero se genera ansiedad.

—¿Cómo se le enseña a relativizar esas situaciones?

—Hay que enseñarles a poner el foco. Cada persona ve el mundo a su manera. En el caso de un deportista que acaba de entrar en la universidad, tiene que aprender a pensar que puede tener vida social, pero elegir el momento, que viaja mucho y otros no lo hacen o que viven experiencia que otros no pueden.

«El fracaso tiene que estar presente en la vida»

 

 

López Roel es un defensor del fracaso como enseñanza de futuro. Este psicólogo deportivo cree que hay que conocerla para aprender a gestionarla desde que se es pequeño. Las familias tienen mucho que decir ahí.

—Trabaja con el equipo de bádminton del centro de tecnificación. ¿Qué hace con ellos?

—Todo lo que marca el aspecto mental, la confianza, la concentración, la gestión del estrés y como lo tienen que compaginar con el estudio, la gestión del tiempo.

—A veces se ven situaciones inaceptables de familias de deportistas de base. ¿Qué responsabilidad tienen?

—Las familias tienen una responsabilidad enorme, es un pilar muy importante. Si hay una sobreprotección no vas a saber gestionar la frustración. Nos hemos acostumbrado mucho al resultado, pero la vida es otra cosa. El fracaso tiene que estar presente. Tenemos que aprender a fracasar y a hacer mal las cosas. Hemos puesto el foco en hacer bien todo por el qué dirán y nos estamos perdiendo.

—Uno de los problemas es el qué se espera de uno, las expectativas que se generan.

—Una de las frases que más odian los deportistas es que le digan ‘no te preocupes, lo vas a hacer bien' antes de una competición.

—Siempre se tiene en la cabeza a grandes deportista que hacen sobreesfuerzos, ¿es contraproducente?

—Nos hemos acostumbrado a poner como ejemplo las excepciones. Rafa Nadal es un enorme deportista, pero cuenta con un talento que no tiene cualquiera. Esto afecta en la forma de ser y en la de entrenar. Los ejemplos hay que gestionarlos.