El jardín vertical hecho con 327 botellas de plástico que enseña a reciclar a todo un colegio en Pontevedra
PONTEVEDRA CIUDAD
Alumnos de primaria del CEP Campolongo aprenden con esta actividad que este curso recuperó la ANPA San Xosé
16 abr 2024 . Actualizado a las 12:27 h.La idea surgió de Antonio, un padre, hace seis años, antes de la pandemia. La alerta sanitaria por el covid impidió seguir con la actividad y no fue hasta este curso cuando se retomó de manos de la Asociación de Nais e Pais de Alumnos (ANPA) San Xosé del colegio de educación primaria (CEP) Campolongo, en Pontevedra. Lo explica la secretaria del colectivo, Maria Rodríguez, mientras escolares, alguna madre y miembros de la Estación Fitopatolóxica de Areeiro trabajan en un jardín vertical levantado a lo largo de un lateral del recinto escolar. El sol ya pega poco antes del mediodía y los más precavidos se protegen con una gorra. Este jardín del CEP Campolongo lo conforman 327 botellas de plástico de litro y medio. Participa todo el colegio, aunque los más implicados son los escolares de los cursos más bajos, de primero a sexto de primaria.
«Estuvimos ocho días poniendo botellas», cuenta Maria Rodríguez (escrito su nombre así, sin tilde). Previamente, los escolares recibieron unas instrucciones del tipo de botella y de cómo había que hacerle el agujero y pintarla para plantar después una planta «pequeña». Más de uno no entendió bien lo de pequeña, dice con una sonrisa la secretaria. Se trataba de que fueran plantas de exterior, pequeñas y resistentes. Cuando concluya el curso cada alumno se llevará la suya a casa, ya que no tiene sentido dejarlas en el centro porque en verano se secarían. Un recorrido por el jardín permite descubrir grandes trabajos a la hora de decorar las botellas, que fueron pintadas y se transformaron en cohetes, aviones, un tenis, un cerdo, una vaca o una mariposa, entre otros muchos motivos. La actividad se financia con los fondos de la ANPA, que detalla que lo más laborioso fue colgar las botellas en unas barras horizontales. Cada barra costó 80 euros. En seis años el precio ha subido una barbaridad, dice Maria.
Desde la asociación de madres y padres de alumnos del CEP Campolongo hacen hincapié en que, además de una actividad bonita, es muy didáctica. El jardín vertical se realizó con botellas de plástico reutilizadas, reduciendo el impacto en el medio ambiente y reciclando y dando un segundo uso a las mismas. Además de reciclar, reducir y reutilizar, la cuarta R es la de responsabilizar, ya que cada niño tiene que responsabilizarse del cuidado de su planta: «Desde hoy tendrán que regarla y cuidarla día a día». Desde la directiva de la ANPA echaron en falta quizá más implicación de las familias en la iniciativa y, aunque el jardín vertical partió en su día de un padre, fueron pocos los padres que participaron y más las madres. «Se ve a pocos padres por aquí», apuntan, aunque se podía colaborar echando una mano con el montaje tanto en horario de mañana como de tarde.