Fuera del Mundial de Rusia, su temporada en el Celta le abrió las puertas de la selección de Marruecos y en Catar ha sido titular en los tres partidos disputados
04 dic 2022 . Actualizado a las 09:26 h.A Sofiane Boufal (París, 1993) todavía se le recuerda en Vigo, cuatro años después, como el rey del uno contra uno, una Rara Avis de esa especie en extinción en el fútbol moderno. También se le evoca como un futbolista con una calidad y un descaro fuera de lo común, pero que erraba en la toma de decisiones.
El marroquí, regateador de profesión, fue uno de los destacados en aquel agónico curso 18/19 y sus méritos de celeste le abrieron de nuevo las puertas de una selección africana por la que se decantó en el 2016, aunque también fue convocado por Francia. En el Mundial, el actual jugador del Angers, el club en donde se formó, es uno de sus fijos en el frente de ataque. Tres partidos y tres titularidades con una media de 67,6 minutos en cancha.
Boufal aterrizó en al Celta de Mohamed como cedido desde el Southampton en julio del 2018. Llegaba después de cuatro meses parado por desavenencias con su entrenador, Mark Hughes, que le castigó sin jugar tras negarse a calentar en un partido de la Premier ante el West Ham. A Vigo arribó a préstamo con una opción de compra que el Celta nunca ejecutó, pero en sus diez meses como celeste dejó muestras sobradas de su talento. Vivía con el balón cosido al pie.
«Soy muy fan de LaLiga, me encanta el juego ofensivo», comentó en su presentación como jugador del Celta chapurreando un español que había aprendido de pequeño y que cultivó siguiendo las retransmisiones de la liga española. Eduardo Domínguez, el preparador físico vigués de la selección, hizo hincapié en este aspecto: «Habla muy buen español. Tiene muy buenos recuerdos de su etapa en Vigo (...). Para la selección es un jugador importante».
«Soy muy fan de LaLiga, me encanta el juego ofensivo», comentó en su presentación como jugador del Celta
Boufal se declaró «polivalente», pero el costado izquierdo del ataque es su sitio más habitual. Por ahí transitó de celeste y lo hace ahora en Oriente Medio en un tridente que comparte con el sevillista En-Nesiry y Ziyech, el jugador del Chelsea.
En el Celta le lastró la toma de decisiones. «Es un jugador rápido, fuerte y que nos ayuda mucho, pero tiene que saber cuándo pasar el balón», dijo de él Stanislav Lobotka, entonces metrónomo del equipo y en la actualidad uno de los destacados del Nápoles. Pero Boufal fue creciendo a orillas del Atlántico, se convirtió en el segundo regateador de la liga detrás de Messi y terminó el campeonato jugando 35 partidos (25 como titular) y marcando tres goles, uno de ellos capital para la salvación ante el Girona. Ese rendimiento le sirvió para volver a la selección después de no ser convocado para el Mundial de Rusia. El regreso fue por la puerta grande, en un partido de la Copa África ante Camerún. Con su selección atascada, revolucionó el juego y provocó un penalti. De Vigo se llevó otra lección, la de comenzar a defender sin balón, un arte que nunca le ocupó.
Desde entonces, ha sido un fijo en su selección al tiempo que cumple su tercera temporada en el equipo francés que lidera desde la banda izquierda, la misma desde la que amenaza a España.
«Déjame salir de la escuela y jugar al fútbol», le pidió a su madre para llevar dinero a casa
Boufal protagonizó una de las imágenes del Mundial en la tercera jornada de su grupo. Al finalizar el partido ante Canadá, que le daba la clasificación como primera del grupo F, en plena celebración lo primero que hizo el parisino fue buscar a su madre en la grada, dirigirse hacia ella y fundirse en un abrazo. Sofiane no tuvo ningún problema en subir a la grada en la zona en donde estaban gran parte de los aficionados marroquíes.
Su madre, ataviada en Catar con la túnica árabe y la cabeza cubierta, fue pieza clave para que el joven formado en el Angers pudiera triunfar en el fútbol, aunque antes la tuvo que convencer para dejarle jugar: «Nuestra madre sacrificó su vida por la nuestra. Un día le dije: ‘Déjame dejar la escuela y dedicarme al fútbol, en año y medio ya no estarás trabajando’. Desde entonces, ella está viviendo su mejor vida», dijo el futbolista.
Boufal apostó por Marruecos desde el principio pese a haber nacido en París. Francia le convocó después de sus buenas temporadas en el Lille, con el que jugó medio centenar de partidos con cuatro goles y por su irrupción en la Premier, con 15 goles en su primer años en el Southampton, pero, finalmente, el extremo eligió la selección africana, aunque su camino no estuvo exento de complicaciones, especialmente cuando no jugaba en su club. Su debut con Marruecos llegó de la mano de Ezaki Badou, mítico portero con paso por el Mallorca, para un partido contra Libia.
En la actualidad, y a sus 29 años, ya encadena 35 partidos internacionales con su selección con la que firma seis goles y tres asistencias, además de un juego determinante.