El fondo de mis miedos

María Jesús Martínez Martínez

RELATOS DE VERÁN

21 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No consigo dormir. El miedo me invade. Recorro con la mirada la penumbra de mi habitación. Mi imaginación tortuosa se inventa formas y situaciones dantescas. Sé que lo que hay sobre la butaca no es la capa de un vampiro, es mi bata tirada de cualquier manera. También sé que no hay nadie escondido bajo mi cama. Cierro los ojos. Deseo que el sueño acabe por nublar mis pensamientos. Creo oír unos pasos. Contengo la respiración. Los latidos de mi corazón retumban en mis oídos. Se mezclan con los pasos, las sombras y la respiración de quien se esconde bajo mi cama.

Dicen que, si quieres conocer el origen de tus miedos, debes rebuscar en los de tu madre. Que el cordón umbilical entre una madre y una hija no se rompe nunca, se queda para siempre entre las dos y por él discurren anhelos, sueños, temores y angustias…

Mamá tenía doce años cuando se la llevaron de su casa para trabajar como criada. Era la mayor de dos hermanos de una familia humilde en la que no había para que cuatro pudieran comer. Un marido enfermo y la escasez del racionamiento, en aquellos tiempos de posguerra, eran razones suficientes para poder con la pena de su madre al dejar marchar a su hija.

Un domingo por la mañana se la llevó un vecino. «A una casa de confianza», les había dicho a sus padres. Era la casa de una mujer casada por poderes con un hombre que había emigrado a América y al que apenas conocía. Vivía sola y necesitaba para la labranza y el cuidado de los animales unos brazos jóvenes y vigorosos, aunque fuesen los de una niña. Allí la dejó el vecino y, ese mismo día, en cuanto se quedaron solas, mamá se escapó.

Caminó durante horas por senderos y bosques con la oscuridad y el miedo como compañeros de viaje. Llegó a su casa bien entrada la noche. Su madre, en camisón y con su larga trenza hasta la cintura, abrazó su cuerpo húmedo y tembloroso.

Fundidas en una, madre e hija lloraron. Una semana después, mamá regresó. Y allí pasó diez años de su vida, lejos de su familia, donde trabajó como un hombre y se desarrolló como mujer.

María Jesús Martínez Martínez. 59 anos. Perillo.