Sucedía un lunes 12 de junio del año 1972. Después de siete maravillosos años, abandonaba Candieira una vez cursados los estudios de bachillerato. Había vivido en casa de mi tía Matilde, a la que llegué con diez años de edad.
Dejaba un montón de amigos y amigas que me habían brindado todo su cariño y eterna amistad. Partí con la alegría de volver al hogar materno, pero con la tristeza de dejar tantos inolvidables recuerdos que permanecen vivos en mi mente y ocupando un lugar preferente en mi corazón.
En Candieira me había quedado una estrecha relación con mi amigo Juan. Pasados los años, le recordaba que teníamos que juntarnos aquellos niños y niñas que habíamos cursado primero de bachillerato en la academia de Don Severino. Me decía que sí, pero pasó mucho tiempo hasta que un día recibí una llamada suya y me dijo: «O próximo venres teño organizada a cea que tanto desexas». Mi sorpresa fue mayúscula, pero no comparable con la alegría y emoción que sentí. Ese viernes era un 30 de agosto del año 2002; treinta años después de haber dejado Candieira. No había vuelto a ver a la inmensa mayoría de compañeros y compañeras. «As oito no Aldebarán», me había dicho Juan.
A esa hora fuimos llegando los veintidós viejos alumnos al mencionado restaurante. Fue algo inenarrable, algo que nunca olvidaré y que aún me emociono cuando lo estoy escribiendo. Abrazos, risas, emociones y alguna lágrima de alegría se derramaron en aquel reencuentro de unos niños y niñas que se habían convertido en mujeres y hombres. Durante la cena, ya se sabe. Retrocedimos treinta años y recordamos aquellos pasajes académicos. Las estampas de los chinitos que nos daba Doña Tucha, los famosos pololos que Juana María exigía a las niñas en sus clases de gimnasia y los novillos en el reservado del bar Uruguay escuchando música en aquella famosa máquina de discos.
Después de entonar unos cánticos muy propios de Candieira, llegó el momento de la despedida cargada de emoción y cierta tristeza, que quedaba amortiguada con la decisión de celebrar anualmente la cena el último sábado de Agosto.
Vicente Fernández Iglesias. 69 anos. O Vicedo