Podría ser el primer domingo de agosto de cualquier año, pero era el primer domingo de mis vacaciones de verano. Ese fin de semana, el primero de mes coincidía con la Feria del Albariño de Cambados. Se unía, a la ilusión de iniciar las vacaciones de verano y visitar la fiesta del vino.
Durante el trayecto, y ante la poca previsión del conductor, el vehículo en el que nos desplazábamos marcó la reserva. No se calculó que, al ser domingo 1 de agosto, habría en el peaje largas colas de vehículos debido a los desplazamientos de ida y vuelta de las vacaciones.
Los nervios se apoderaban de mí. No podíamos quedarnos parados en medio de las colas kilométricas antes de entrar al peaje, del cual no llegábamos a divisar las cabinas. Si nos quedábamos parados, sería culpa de quien no había repostado previamente. El resto de conductores, de ida y vuelta, acabarían con nuestra paciencia, con el resultado de que el día de ilusión se tornaría catastrófico. Vivimos momentos intensos y terroríficos en los que el motor se apagaba y se volvía a encender.
Finalmente logramos rebasar el peaje y llegar al área de servicio. Tras ello, el día fue satisfactorio en la Feria del Albariño de Cambados. Disfrutamos tanto que todos los años sucesivos seguimos acudiendo; eso sí, con la certeza y la previsión del depósito lleno.
Inmaculada Mourín González. 53 anos. Lugo.