En el lugar exacto donde se une el río Barbaña con el río Miño encontraron el cuerpo de Rodrigo Granados. Era febrero. En pleno carnaval de Ourense. Rodrigo Granados había llegado hacía veinticuatro años a España y desde hacía doce vivía en Ourense. El cuerpo tenía una soga gruesa atada al cuello. Hinchado y mordisqueado por quién sabe cuántos animales. El cuerpo se encontraba a medio desvestir, seguramente por la corriente insípida del río Barbaña. La policía dijo que probablemente se había colgado en un árbol junto al Barbaña y, debido al peso del cuerpo, había dado al río.
Yo conocía a Rodrigo Granados. De hecho, todos en el barrio lo tratábamos. Unos meses antes, mis amigos y yo nos habíamos enterado de que la mujer de Rodrigo Granados le estaba siendo infiel; Rodrigo, cascarrabias y un poco tacaño. A ninguno de nosotros nos sorprendió. Las burlas se sucedían silenciosas cuando lo veíamos pasar por la calle. En los carnavales de Barranquilla muchas veces se queman muñecos de trapo con una leyenda en su pecho. Ya sea conocido o no, el muñeco se quema, se toman fotos y se baila con licor y música. La idea nos resultó graciosa. Así que aprovechamos el momento de fiesta de la ciudad y decidimos hacer un muñeco de trapo en honor a Rodrigo llamado El cornudo.Cuando quemamos aquel muñeco de trapo, Rodrigo estaba presente. No dijo nada. Las risas, el estruendo de la música y la desinhibición que causa el alcohol no nos hizo darnos cuenta de nada.
No supimos de Rodrigo por unos días hasta que la policía lo encontró con la soga al cuello y con medio cuerpo metido en el río Miño. Su mujer no lloraba. Pero sus hijos, sí.