Ana Lehmann: «Portugal se ha convertido en el secreto peor guardado de Europa»
EL RENACER DE PORTUGAL
La secretaria de Estado de Industria de Portugal dice que las grandes corporaciones valoran la calidad de sus recursos humanos e invierten por todo el país
12 feb 2018 . Actualizado a las 12:18 h.«Somos el secreto peor guardado de Europa». La secretaria de Estado de Industria de Portugal, Ana Lehmann (1972), sonríe con orgullo mientras apostilla que «eso es algo muy bueno porque ¿quién quiere ser el secreto mejor guardado cuando quiere atraer inversión?». Han encontrado la la fórmula para seducir a las empresas o a los fondos. «La innovación, la contribución de la industria con tradición y el ser un país muy diversificado da mucha fuerza», dice. Sabe de lo que habla. Lleva más de dos decenios trabajando en el terreno de la inversión extranjera directa, la innovación y el fomento de políticas públicas para apoyar la internacionalización de empresas. Tras haber ocupado varios cargos de responsabilidad tanto en la universidad como en la Administración, no es extraño que desde la dirección de InvestPorto -entidad creada en el 2014 por el alcalde Rui Moreira- diera el salto al Gobierno en Lisboa para pilotar un departamento estratégico para el desarrollo económico del país. Como parte de ese trabajo, hace unos días mantuvo una reunión con el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, para hablar y afianzar la cooperación histórica entre Galicia y Portugal. No cabe duda, dice y repite, de que «nuestra relación es muy buena».
-Uno de los campos que ustedes potencian notablemente son los clústeres. Ahí colaboran con Galicia, sobre todo en el motor.
-Hay una colaboración desde hace muchos años entre el Centro para la Excelencia, la Innovación e Industria del Automóvil (CEIA) y el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAG). También hay muchas empresas del norte de Portugal que suministran al grupo PSA. Hay un clúster transfronterizo muy importante, pero no es el único. Hay muchos proyectos conjuntos entre los clústeres textiles. También empieza una colaboración en el campo agroindustrial, en el metal y mecánico, la industria de componentes...
-Una de las pruebas de que han dejado de ser un secreto es que parece que Tesla quiere dar el salto a Portugal.
-Creo que las grandes compañías del sector del automóvil están siempre organizando su cadena de valor, pero en este momento no hay ninguna novedad.
-Todos quieren a Tesla. En España hay varios municipios peleando porque vaya para allí.
-Tesla es una empresa con mucho prestigio. Creo que a ningún país le iría mal [Ana Lehmann sonríe] contar con una fábrica de Tesla. Pero no sabemos.
-Pero algo tiene Portugal. Google lo ha elegido.
-Va a tener un centro tecnológico cerca de Lisboa. Hay muchas empresas tecnológicas que han escogido Portugal en los últimos años. Muy recientemente lo ha hecho Euronext Technologies. Aquí en Braga, Bosch ha hecho una ampliación con una enorme sofisticación, y también ha venido la japonesa Fujitsu. En Oporto, podemos hablar de Natixis, el banco de inversión francés que planea una operación con 600 ingenieros en marzo. Los ejemplos son muchos. En la región de Lisboa, tenemos también Zalando; hay otra empresa agroindustrial norteamericana que está entre Porto y Aveiro; en el sur de Portugal está Embraer con dos fábricas. Hay muchas operaciones nuevas.
-¿Son todas concentradas en el Eje Atlántico?
-No, no son solo en la costa. También en el interior. Es muy importante hablar del interior. Hay varias empresas que se están localizando en el centro del país. PSA ha invertido en el interior. Hay una gran compañía de calzado cerca de la frontera con España. Hay muchas firmas de la industria 4.0. Ese es uno de los grandes proyectos del Gobierno. Extender la digilitización a todos los sectores de la industria. Es un programa a cuatro años, pero en el primero ya están el 60 % de las medidas en ejecución.
-Hay muchas empresas gallegas que también han invertido aquí.
-Del textil, barcos... Hay varias. Hay mucho movimiento. Existen muchas sinergias que podemos aprovechar. No cabe duda de que la cooperación entre Portugal y Galicia es un caso de estudio de referencia en la UE.
-Google, Zalando... ¿Por qué cree que resulta tan interesante Portugal?
-[Risas] Todos esos proyectos empresariales vienen a Portugal atraídos por la calidad del talento. Aquí hay muy buenas universidades, los jóvenes están muy bien preparados. Las multinacionales han comenzado a verlo. Hay una razón que es muy relevante. Es la calidad de los recursos humanos, también en las fábricas donde hay mucha especialización.
-A las empresas les compensa instalarse aquí antes que llevarse los trabajadores a otra parte.
-Este es un país donde es muy fácil hacer negocios. El Gobierno ha puesto en marcha medidas para simplificar la burocracia. Es un país seguro, muy competitivo por la calidad de los recursos humanos. Desde el operario que trabaja en la fábrica al científico que está en un laboratorio.
-¿La Universidad camina de la mano de la industria?
-Ha habido una gran aproximación. Las políticas públicas están diseñadas para que colaboren. También hay otras políticas que promueven la eficiencia colectiva. Un ejemplo es la política de clústeres.
-¿El coste de la mano de obra, más barata que en otros lugares, es otra razón que atrae a las empresas?
-No es solo precio. Realmente en precio no somos tan competitivos porque siempre va a haber alguien que lo haga más barato. Es competitividad más que precio. La fuerza de la industria portuguesa está en la calidad de los productos que logramos hacer, hasta en los que no son muy costosos. Por ejemplo, las prendas que tienen más calidad en Inditex son fabricadas en Portugal. El coste no es el secreto, es la calidad que viene de los recursos humanos, pero también de la tecnología en relación con la calidad de esos recursos humanos. Además, fomentamos la economía circular.
«Cada vez hay más programas de innovación abierta. Las corporaciones acuden a ‘start-up’»
El encuentro con Ana Lehmann es en Braga, en Gnration, un espacio orientado a la promoción de actividades artísticas y a la exploración de las artes digitales. Justo ahí está celebrándose un encuentro donde algunas de las empresas de StartUp Braga muestran sus proyectos de futuro.
-Apoyar ese tejido es una de las grandes apuestas del Gobierno para el desarrollo económico.
-Respaldar al ecosistema emprendedor en general es una de nuestras iniciativas bandera. No solo cuando las empresas son más emergentes, también darles soporte cuando quieren dar el salto al mercado internacional. El fenómeno emprendedor está por todo el país. Hay 135 incubadoras de empresas en la red nacional. Tenemos también el concepto de incubación virtual y diferentes medidas de apoyo en las distintas fases de desarrollo de la compañía. Contamos con el StartUp Voucher, en el se paga un sueldo al emprendedor para que pueda desarrollar su idea sin la preocupación de tener que buscar otro trabajo para sostenerse. Y el Incubation Voucher para adquirir servicios técnicos. En términos de financiación de proyectos disponemos de capital riesgo, contamos con varios bussineses angels; también tenemos un fondo de coinversión de 200 millones en el que el sector público pone 100 y el resto, el sector privado. Pueden invertir desde 500.000 a cinco millones. Tenemos Portugal Ventures...
-¿Hay colaboración de «start-up» y grandes corporaciones?
-Es muy importante que la haya porque las start-up tienen una gran mortalidad. Para esas empresas es muy interesante tener un mentor o un inversionista al que poder ofrecer sus productos. Cada vez hay más programas de innovación abierta. Una compañía tiene un reto grande de innovación y echa mano de la start-up.
-¿En qué sectores resulta más efectiva la cooperación?
-Lo interesante es que se haga en todos los campos. También en los tradicionales. La innovación es un motor tanto en la industria del futuro como en los campos con más tradición. Innovación en la tradición es nuestro motor. El textil o el calzado, que son muy innovadores, son dos buenos ejemplos. Hay un instituto de nanotecnología que trabaja con textiles. Tenemos tejidos que aguantan condiciones climáticas extremas o incluso fuego. Y otros que llevan microchips para monitorizar cada indicador de salud.