Los ciberdelincuentes se esconden en Tinder y Bumble, donde usan fotos robadas para cazar víctimas, a las que ofrecen inversiones en criptomonedas o intentan apropiarse de sus datos personales
04 feb 2025 . Actualizado a las 12:58 h.Sonrisa perfecta, ojos claros, mandíbula ancha, hombros prominentes, pelo rubio y cuerpo escultural. Parecía el hombre perfecto, pero nada estaba más lejos de la realidad. Esa fotografía idílica, en la que un treintañero vestía pantalón de pinzas y una ceñida camisa, escondía a un estafador que quería alimentar su cuenta corriente y, de paso, a ese insaciable monstruo en que se ha convertido la ciberdelincuencia. Eso es lo que ocurre en las principales redes sociales para encontrar pareja, como Tinder o Bumble, donde proliferan este tipo de tretas, con delincuentes que se enmascaran detrás de perfiles falsos, llegando a usar imágenes que roban, directamente, en catálogos de agencias de modelos de todo el mundo.
En Welivesecurity, portal sobre ciberseguridad de la multinacional Eset, explican que el modus operandi suele ser el siempre el mismo: en el momento en que consiguen entablar conversación con la potencial víctima, tratan de derivarla a otra aplicación de chat, como WhatsApp o Telegram. Allí buscarán ganarse su confianza para que conseguir información personal o para que caiga presa de un ataque de phishing. Esta última se ha convertido en una de las estafas que más abundan en la red, con el timador enviando un enlace que, si se utiliza, puede acabar con la descarga de un virus en el ordenador o teléfono. Gracias a ese malware, el ciberdelincuente podrá seguir todos sus pasos, posibilitando que acceda a sus redes sociales e, incluso, a las cuentas bancarias.
Los expertos de Eset explican un caso práctico todavía más intrincado, con el timador sugiriendo que se conozcan yendo a ver una película al cine. Para ello, le pide a la víctima que compre las entradas a través de una página web cuyo enlace le ha enviado, al instante que le confirma que su tarjeta no funciona. En el momento de presionar el botón para adquirirlas, la víctima ha insertado los datos de su tarjeta de crédito en una web falsa, creada con el único propósito de robar esa información. La película, obviamente, nunca la verán juntos.
A por las criptomonedas
Bajo el pretexto de conocer el amor, otra tipología de timo abunda últimamente en Tinder y Bumble. Se trata de las inversiones ficticias en criptomonedas, sobre las que incluso la Interpol lanzó una alerta para poner énfasis en los posibles contactos a través de estas redes. Enmascarados en los citados perfiles falsos, y tras ganarse la confianza de la víctima, le explican que, además de su trabajo, están consiguiendo unos ingresos extra con la compraventa de criptomonedas. Si logran que la víctima se lo crea, le solicitan que se descargue una aplicación, que en realidad no se trata de un comprador de monedas digitales, sino que lo que hace es enviar ese dinero a otro punto del planeta, del que seguramente no volverá. «A veces es tan evidente que son perfiles falsos, que no hay que darle demasiadas vueltas. Borras la conversación y la denuncias en la propia plataforma», explica un usuario de estas aplicaciones, que admite que se ha encontrado con auténticas modelos que «no había que ser un águila para entender que no eran de verdad».
Desde Eset aportan varias claves para no acabar completamente desplumado: no salgas de Tinder o Bumble para continuar con una conversación, ya que estas aplicaciones permiten denunciar fácilmente a un timador y proteger al resto los usuarios; no abras enlaces, especialmente si tienen una URL corta; si decides seguir hablando a través de WhatsApp o Telegram, no envíes fotos que puedan ser utilizadas por un tercero para extorsionarte. Tres claves sencillas y realmente útiles, que pueden evitar que cientos de personas pierdan miles de euros. Como dijo Friedrich Nietzsche, «el amor es el estado en que el hombre, la mayoría de las veces, ve las cosas como no son». En internet, puede que lo sea todavía más.