
Mónica Ferreira, directora del CEIP A Cristina (Carballo)
23 feb 2018 . Actualizado a las 17:01 h.La asignatura de Inglés siempre ha sido un raro caso dentro del sistema educativo. ¿Cómo es posible que los alumnos comenzaran a estudiar un idioma en el colegio y no acabaran la educación secundaria hablándolo perfectamente? Las nuevas herramientas digitales han derivado en una nueva manera de entender las clases de lenguas extranjeras, más enfocadas en la búsqueda por interiorizar y comprender el idioma; que en memorizar su léxico y su gramática.
«Las TIC han permitido unos cambios muy claros en las clases de inglés», comienza Mónica. «El profesor que antes llegaba a clase y soltaba el discurso es imposible de ver. No hay material impreso como tal, por lo que debe preparar el suyo propio». En su caso, la mayoría del trabajo que elabora dentro del aula lo hace desde la plataforma digital correspondiente.
El uso oral de la lengua ha ganado enteros. «Todo lo que ocurre ahora en una clase de Inglés se presenta en ese mismo idioma. Desde videos a juegos», señala la profesora. «En mi caso doy mayor prioridad al escuchar que al hablar, al menos en estos primeros cursos, donde los alumnos van tomando contacto con el idioma. Antes que hablarlo o escribirlo tienen que hacer el oído, y eso es más fácil si los profesores disponen de un lugar en el que subir contenidos que de verdad les interesen». Mónica también indica lo importante que es que todos los recursos disponibles se encuentren en un mismo lugar, concentrados y ordenados.
«Con los alumnos que estoy trabajando actualmente llevo cuatro años. Creo que en este tiempo solo han usado una libreta. No quiero que escriban más de la cuenta, quiero que entiendan el idioma», sentencia. Las actividades que ella realiza versan sobre el día a día. Acciones como ir a la compra, o describir a una persona o un viaje.
El centro también cuenta con un auxiliar de conversación venido desde un país anglófono. Permite que los alumnos tengan un contacto realista con el idioma, escuchar el acento y establecer conversaciones reales; sin miedo al qué dirán, o a la sorpresa de verse hablando un día con un conocedor total del idioma.
«Al final uno ve que tiene más control del aula. Ve cómo los alumnos responden a las actividades propuestas y trata de adaptarlas a cada uno según convenga», explica Mónica al hablar de la que la clase accede a través de sus portátiles. «Hay situaciones o ejercicios que antes causaban verdaderos problemas o aburrían a los alumnos. Los famosos listening. Con aquella imagen del profesor de inglés llegando con el aparato de música, todas las cintas con un sonido pésimo, no toda la clase oía igual… Todo ello se simplifica con el uso de auriculares. Pueden escuchar el archivo las veces que quieran con un solo click». De la misma manera que esos ejercicios de escucha son diferentes, también lo son sus contenidos. No es lo mismo escuchar cantar a un grupo que quizá el alumno no conozca que poner la oreja a Shia. Una manera eficaz de abrir el aula al mundo exterior, y no repetir los mismos ejercicios año tras año.