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«Grooming», «sexting», «stalking» y otros palabros que debes saber para proteger a los más jóvenes en internet

Olga Suárez Chamorro
Olga Suárez REDACCIÓN

OCIO@

Pixabay

Las nuevas formas de comunicación han obligado a establecer las «netiquetas», códigos de conducta para regular las relaciones sociales que ahora pasan de lo físico a lo virtual

12 may 2023 . Actualizado a las 16:51 h.

Una tendencia de este mundo globalizado es la de intentar asumir como propios una gran cantidad de extranjerismos que se cuelan en conversaciones de todos los estratos sociales. Pasados los años, muchos de ellos llegan a incluirse en el diccionarios de la RAE y, aunque está en la mano de cada uno decidir usarlos o no, es importante conocer su significado, especialmente la de aquellos que se utilizan para designar acciones delictivas o que pueden poner en peligro la integridad de los más vulnerables. Uno de los entornos donde más se utilizan es en internet y suelen afectar a niños y adolescentes que aún no tienen la suficiente madurez para afrontar lo que les viene encima: bullying, grooming, sexting o stalking son algunas de estos palabros que conviene tener muy en cuenta para no perderse. «De todos los tipos de víctimas de acoso, los más vulnerables son los niños y adolescentes, y los adultos tenemos la obligación de conocer este tipo de amenazas cada vez más frecuentes para concienciar a todas las personas de nuestro entorno, la concienciación es la mejor arma contra el grooming, el sexting, el stalking y la sextorsión», destacan desde Lisa Institute, portal educativo dedicado a formación sobre Ciberseguridad y Criminología, entre otras materias. ¿Conoces todos estos términos y sus diferencias? Vamos uno por uno:

  • Bullying y ciberacoso. En inglés, bully tiene varios significados: como verbo significa intimidar, amedrentar, atemorizar; como sustantivo se define como persona que intimida a otra, bravucón, matón, abusón... Aunque el bullying se traduce como acoso, está muy vinculado al que se comete en el entorno escolar, por parte de uno o varios niños y de forma reiterada. Cuando se realiza de forma virtual, se habla de él como ciberacoso y cada vez es más común entre los más pequeños, debido al auge de la tecnología y al acceso a redes sociales.
  • Grooming. Uno de cada cinco menores españoles han sido víctimas de este tipo de acoso en el que es un adulto quien se pone en contacto con un niño o adolescente con el fin de ganarse su confianza para involucrarle en una actividad sexual. Son datos de la organización Save the Children, que alerta de los diferentes niveles de interacción y peligro de esta práctica: «Desde hablar de sexo y conseguir material íntimo, hasta llegar a mantener un encuentro sexual». El online grooming o abusador suele enviar, a través de internet, material sexual a su víctima y es habitual que se haga pasar por un menor. Según la encuesta realizada por esta oenegé, la media de edad de los menores que reconocieron haber sufrido esta violencia fue de 15 años.
  • Sexting. Las tres primeras letras que forman esta palabra ya dejan entrever la dirección a la que se dirige esta práctica, pero hay que incidir en que se trata de una práctica en la que los propios menores se exponen ellos mismos al peligro al enviar fotografías o vídeos de contenido sexual a través de dispositivos móviles. Una vez enviados, los menores pierden el control de este material, que se propaga a una gran velocidad a través de redes sociales o aplicaciones de comunicación.
  • Stalking. Traducido al español como hostigamiento es otro tipo de ciberacoso en el que una persona persigue de forma obsesiva a otra a través de llamadas o mensajes. «Con la aparición de las redes sociales, esta situación es cada vez más común y peligrosa», subrayan desde Lisa Institute.

Las netiquetas, nuevo código de conducta

En general, una de las características que  unen a todas estas diferentes modalidades de acoso es que afectan a usuarios de internet cada vez más jóvenes. Lo indicaba Save the Children, y también lo hace la oenegé internacional Bullying Sin Fronteras, que reduce la edad a la que se están empezando a detectar a los 8 y 9 años, muchas veces causado por los propios compañeros del colegio. En otros casos, el acoso viene por parte de desconocidos, que aprovechan el anonimato de internet y la vulnerabilidad de los más pequeños para atacarles. Por esta razón, la educación es clave, tanto para que los nuevos nativos digitales sepan identificar cuándo están siendo víctimas de un abuso, como para que no sean ellos los que acosen a terceros. 

Y esta labor de formación es lo que lleva a hablar de otro término que ha llegado al español: las netiquetas. ¿Qué son? Traducción de la palabra nettiquete, hacen referencia a los buenos hábitos de conducta que buscan regular el comportamiento de las personas en internet para crear entornos seguros y respetuosos. Son fórmulas que pueden contribuir a combatir el acoso digital, sobre todo si se enseñan a los usuarios más jóvenes quienes, en muchas ocasiones, no saben distinguir comportamientos en el entorno digital que consideran normales, pero que pueden ser perjudiciales para otras personas. «En el mundo físico, sabemos qué cosas están bien y cuáles están mal, pero en el mundo virtual esta barrera se difumina y los límites no están tan claros; parece que todo vale», explican desde SPC, la marca española de electrónica de consumo, para justificar la implantación de estos nuevos códigos que ayuden a respetar a todos los usuarios en cualquier situación. 

Un ejemplo claro de netiquetas es reducir la utilización de mayúsculas al comunicarse por escrito, «dado que se identifican con gritos», explican desde esta firma, y se sugiere no utilizar el sarcasmo, dado que algunas palabras o frases podrían malinterpretarse, al no poder escuchar a nuestro interlocutor. Otras netiquetas invitan a proteger la privacidad de terceros, no difundiendo mensajes o documentos que nos hayan enviado como parte de una conversación, así como no compartir información personal a través de las redes sociales. Los acosadores utilizan la información privada para fines malintencionados, tales como la suplantación de identidades en la red, el chantaje y extorsión mediante amenazas con publicar datos sensibles, o el acoso directo.

También hay netiquetas que apuestan por respetar el tiempo de los demás, no acribillándolos a mensajes a todas horas ni exigiendo que nos respondan al instante, y otras nos recomiendan utilizar fuentes verificadas a la hora de informarnos y de compartir esa información con otras personas.